FOTOGRAFÍA: MÓNICA REBOLLO 

El escritor Fernando J. Múñez, después del éxito cosechado con su última novela, «La cocinera de Castamar», vuelve a las librerías con «Antes se secará la tierra» (Editorial Planeta) en la que nos traslada a la España del siglo XIX. La novela construye una historia gracias a la vidas marcadas de dos familias que se encuentran enfrentadas y harán correr aventuras y desaventuras en una época con grandes cambios políticos. En un principio, enfocó su carrera profesional en la filosofía, posteriormente en la creación de guiones para el mundo audiovisual, pero, desde muy pequeño le gustó fantasear e inventar historias. Su oportunidad en la novela histórica llegó con «Los diez escalones».

¿Qué le gusta leer y en qué género suele moverse? 

Me gusta leer de todo. O sea, yo trituro todo lo que cae en mis manos. Te diría que, por géneros me gusta la novela histórica porque la escribo y el ensayo, además de los libros de filosofía, por mi formación ya que me licencié en filosofía y es una tradición para mi tener ese tipo de libros. Me gustan mucho los clásicos, también.

¿Recuerda el primer libro que le llamó la atención? 

Lo recuerdo perfectamente, yo llegué tarde a la lectura. Aprendí a leer antes que a escribir, pero yo escribía. La afición por la escritura me nació mucho antes, entonces yo escribía desde que era muy niño y escribía cuentos a mis padres o a mi hermana. Entonces esto de escribir historias me venía como de fábrica y lo maravilloso de esto fue que un día descubro la lectura, pero la descubrí con más edad. Un profesor de lengua me dijo que con todo lo que escribía me debía de animar a leer y me dio un libro de la editorial Barco de Vapor. Entonces pensé que había gente que escribía y luego publicaba, eso tenía que hacerlo yo. Entonces a partir de ahí fue cuando decidí escribir otras cosas y me adentré en la novela. Yo estuve en la narrativa fantástica, me leía todo lo que caía en mis manos, de hecho, todo mi dinero me lo gastaba en los libros. A partir de ahí, trabajaba, estuve trabajando en bares, tiendas de ropa y pubs y todo lo que ganaba era para los libros.

Se comenta ahora que somos la generación de lo inmediato, ¿la literatura se puede compaginar con lo audiovisual? 

Sí, ambos son espacios para ver el mundo en el que vivimos. Es un poco complicado porque la lectura requiere de algo, no le valen las prisas, requiere la tranquilidad. La lectura provoca un placer lúdico. Y entonces esto lo puedes hacer claro cuando vas en el metro, cuando vas sentada a trabajar, no puedes llevar otra cosa. Creo que la lectura y el disfrute se hace con cierto reposo. Las prisas no son buenas para nada.  No disfrutar leyendo rápido, disfrutas leyendo y metiéndote en la historia en la que sea. Entonces, en los tiempos en los que vivimos digamos que se puede convivir con las dos cosas, de hecho conviven. Y además, yo creo que se deben crear espacios para que convivan. O sea, creo que lo verdaderamente interesante es que las novelas tengan como su público a los lectores y las series o el cine tengan a los telespectadores. «La cocinera de Castamar», es un ejemplo de ellos, no necesariamente tiene que ser así. No creo que el éxito de un libro tenga que ser necesariamente una serie o una película. Es como si vas al cine y lo único que te interesa es comer las palomitas. Al final, la lectura tiene que ser arte, por lo que dice, por lo que cuenta, por lo que inspira, por lo que transforma… luego, si la puedes transformar en serie, eso sería una obra derivada y cada una debería tener su espacio entre ellas.

He visto sus redes sociales y en Instagram concretamente es muy detallista, ¿es igual de detallista a la hora de volcarlo en el papel? 

Sí, me gusta. Soy un escritor de imágenes, vivo a través de las imágenes porque estoy muy atado al mundo audiovisual. Desde muy pequeño he estado en platós de cine y realizando publicidad. Entonces, para mí las imágenes no tienen por qué ser completamente detalladas. Puede ser que tengan un brochazo, pero ese brochazo tiene que tener la suficiente información para que el lector entre, penetre y se cree el mundo y el mundo se crea a través de los detalles. Y además de esos detalles, todo comienza a ser más significativo. Si dices de alguien que tenía el «rostro como un horizonte despejado», te estoy diciendo muchas cosas, estás generando una imagen final. Sabes que si te digo tenía la «nariz recta y las cejas pobladas», imaginas su imagen. O el típico «no tenía el rostro gobernado por la guerra», eso está generando imágenes profundas en los lectores. Entonces a mí me gusta más que andar en los detalles, ahondar en esos detalles que son significativos y que con una pincelada en un momento determinado has transmitido algo muy potente y que de repente el lector está en tu mundo o lo lees atrapado y has tenido esa suerte de atraparle.

A grandes rasgos, ¿qué encontrarán los lectores en «Antes se secará la tierra»? 

Se van a encontrar con varias cosas. La primera es la historia de dos familias en el siglo XIX, en el cual la primera de esas familias se llama los Castronavea. Es una familia de potentados gallegos atados a la tierra. Conviven con ganado, con mucha tradición, que entienden que la palabra lealtad y honor deben estar en su código. Y tienen ese sentido de que la tierra hay que preservarla porque es un legado que se transmite generación tras generación, porque dejan de ser fidalgo los que han salvado las tierras, pero, a la vez tienen ese sentido de legado decimonónico.

Y por otro lado tenemos a don Isidro Ordas con él, con los Ordás de Ponferrada, que viene de representar algo completamente diferente, que viene a representar la nueva casta de empresarios que empiezan a ver la tierra no como algo a preservar, sino como algo a explotar para inversiones y beneficios. Don Isidro tiene socios belgas, americanos y es minero. No es que sea el minero el que baja a la mina, es empresario. Minero, quiero decir, y se dedica a abrir minas, extraer de la tierra carbón, cobre y todo ese tipo de minerales. Y decide abrir una mina de carbón, en concreto en las tierras de los Castro.

Esto es lo primero que se van a encontrar, digamos que esto es la gran historia en el sentido. Si abres aquí el libro (la primera página), verás que están las dos genealogías. Pero esta historia va a estar vertebrada primero por todas las relaciones intrafamiliares y entre las familias, pero principalmente el vehículo conductor va a ser la relación muy poderosa, también tormentosa, muy apasionada entre Iria de Castro y su medio sobrino Andrés de Castro. Ellos se han criado juntos, han estado toda la vida siendo uña y carne. Arranca la novela porque han pasado diez años separados y no se han visto esporádicamente más. Cuando se encuentran por fin, ella no puede evitarlo, le da un beso en los labios y esto dispara esa visión que durante mucho tiempo han tenido el uno del otro, pero que nunca se han comunicado por porque lo hacen, Sobre todo en aquella época las leyes decimonónicas eran muy estrictas. Y entonces esto va a dispararlo todo, lo va a disparar entre ellos. Al principio no van a querer mirar a este sentimiento. Es como esto lo que nos está pasando, pero lamentablemente van a tener que prestarle atención.

He leído varias valoraciones que dicen que es su novela más adictiva, ¿qué opina? 

Si la he hecho más adictiva que las anteriores estupendo. No planteo las historias de esa forma, soy un escritor brújula, no planteo una escaleta a la hora de escribir. No coloco un diagrama en un corcho con todos los personajes. Yo necesito descubrir la historia según la escribo, soy el primer escritor y también soy el primer lector. Esto es muy importante, entonces no sabría decirte si es adictiva. Y si la siguiente es más adictiva que todas las demás, pues también mucho mejor. Creo en el poder de la literatura como entretenimiento. Todos los grandes literatos, todos los escritores, novelistas que tuvieron éxito en el pasado, supieron entretener. El entretenimiento forma parte de la literatura. Siempre y cuando digo entretenimiento, no solo me refiero a un entretenimiento por la trama puedo hablar del del gozo estético o puramente estético, formal o conceptual, como directamente de la capacidad transformadora de la que hemos hablado antes de la literatura. Para mí lo importante de la literatura como escritor, es divertirme y como lector es entretenerme, inspirarme, transformarme, aprender y todo lo que conlleva la literatura de manera global. 

En este libro, ¿hay más convivencia o enfrentamiento? 

Creo que hay más enfrentamiento. Porque una de las cosas que a mí me ha gustado a lo largo de la de mis obras es poner a mis personajes frente a los prejuicios de su época. Por varias razones, precisamente porque a lo mejor me preocupan los prejuicios que tenemos en la nuestra. Si vamos a amar, vemos como todos los grandes personajes en la novela se enfrentaban al corsé propio de su época, de lo que implicaba ser una mujer en esa época, de lo que implicaba ser un duque en esa época, de lo que implicaba todas las cosas, los privilegios y las opresiones. Lo que me interesa es ver cómo estos conflictos, como y en concreto las mujeres, porque es una novela muy de mujeres, muy potentes, muy poderosas en cómo las mujeres van a enfrentarse a esto, cómo los hombres van a enfrentarse también. Porque no olvidemos que al final el corsé decimonónico oprimía a las mujeres de una forma salvaje y a los hombres les privilegiaba, pero también les limitaba en otros sentidos. No les oprimía, pero sí les limitaba porque al final un hombre tenía que casarse para generar descendencia y tener una vida que no podía ser libre y decir «yo me quiero ir». No, no, tu deber como duque es casarte y tener tal. O si hay una guerra, tú deber es ir a la guerra. Esto limita también al hombre.

En otros sentidos vale en todo lo demás de privilegios había conquistado, eran privilegios para ellos. Pero me gusta ver cómo se enfrentan esto. Don Diego se enfrentaba a esto y aquí el personaje, por ejemplo, de donde soy, que se mete, donde se cuestiona la vida, es el potentado gallego de copa y puro. Todo este legado de tradición familiar, de generación tras generación se ha ido construyendo. Todo este legado lo tengo que delegar en un varón, pero resulta que mi hijo directo que llamar el padre de Andrés es un es un hombre que sirve para ser un político, pero no es un líder. Si lo dejo en sus manos en dos días, el legado se va por el desagüe. Bueno, pues a ver si mi nieto, mi nieto a mí tampoco es capaz porque es un hombre lleno de vanagloria. Bueno, se lo voy a dar André. Pero André no es un líder, es un hombre muy atemperado, posiblemente el más reflexivo de todos. Podría mantener el legado, pero no podría hacerlo grande, no podría engrandecerlo. Entonces, cuando mira ese prejuicio que tiene de yo lo tengo que dejar un varón. La única que es una líder de verdad, que es capaz de salir debajo de una tormenta a cabalgar como una loca porque tiene esa mujer volcánica, es Iria entonces, se lo tengo que dejar a mi hija. Pese a todo, mi prejuicio dogmático, tengo que dejar si quiero que esto se mantenga o se lo dejo a mi hija o no tengo solución. Y pese a eso supera esta, digamos, esta barrera tremenda para un hombre del siglo XIX y le dice: «tú eres la heredera». Esto es a lo que me refiero. Hay conflictos, pero no solo hay conflictos entre ellos, sino contra la propia sociedad, contra los propios prejuicios. 

Iria es un personaje brutal, ¿si tuviese que añadir una mujer actual, a quién elegiría? 

Hay muchas mujeres que yo creo que podrían representar a Iria. O sea, se me viene, el nombre de una teóloga muy conocida que creó una película sobre ella que se llama «Gorilas en la niebla». Pues protegió a los gorilas, murió, la mataron. De hecho, se metió en el África más profunda para investigar a los gorilas y las relaciones dentro de la solidaridad y terminó viviendo con ellos. Pero te pongo este ejemplo entre comillas, porque luego hay muchas mujeres actuales, reporteras de guerra que a lo mejor yo no conozco que podrían estar en este personaje perfectamente. Margarita Salas, la investigadora científica, por ejemplo, son mujeres que de alguna forma no tienen el temperamento de ella, no lo tienen igual, pero tienen ya algo que les ha hecho diferentes, porque al final, a día de hoy, todavía las mujeres lamentablemente lo tienen en todos los campos las mismas oportunidades que los hombres. 

¿Por qué cree que en España tendemos a despreciar nuestra historia? 

Bueno, yo creo que que debemos conocer la historia, porque no sólo por el dicho este «si no conoces la historia estás condenado a cometer los mismos errores que otros cometieron», sino porque somos historia. O sea, no conocer la historia es como no conocernos a nosotros mismos y no poder hablar de ella. Si es por vergüenza o por cualquier otro motivo no tiene sentido. Para mí no tiene sentido. Es como no poder hablar de Séneca o de Aristóteles. Para mí lo lógico es poder hablarlo, estar de acuerdo, no estar de acuerdo. Lo que pasa es que a lo mejor para poder hablar bien y esto habría que reflexionarlo, necesitamos aprender una suerte de tolerancia para poder tolerar las opiniones que no son iguales a las nuestras. No me refiero a las opiniones ofensivas, me refiero que no tenemos por qué tolerarlas.

Me refiero a que todo lo dices así se puede sacar de contexto y decir: «Fernando dice que hay que ser tolerante con el nazismo». No, no estoy diciendo eso. Lo que estoy diciendo es que tenemos que ser tolerantes con la gente que opina de otra forma nosotros, porque tiene otras ideas políticas o porque piensa de otra forma, o porque entonces creo que cuando uno es tolerante con eso y entiende el valor de la empatía y de la amabilidad hacia los demás, puede hablar de lo que quiera. Puedes hablar y poner sobre la mesa lo que quiera y discutir con otras personas lo que quieras y entre ellos la historia. Porque yo creo que la historia es de las cosas que debemos aprender. Aprender para saber qué cosas pasaron, cómo pasaron y o por lo menos acercarnos. Aunque siempre vamos a tener cierta distorsión sobre ella, por lo menos acercarnos a las cosas que las puedan reforzar, ¿qué cosas podemos hacer ahora o nos pueden dar una solución a los problemas que tenemos ahora? 

¿Se ha planteado escribir sobre la actualidad? 

Sí, como te decía antes, soy un escritor de brújula. A mí me gusta el viaje, lo reconozco. Me gusta el viaje a otra época. Me gusta el viaje a los mares del sur, me gusta el viaje a los mares del norte. O sea, me gusta el viaje. Lo que pasa es que el viaje en el tiempo es de las cosas que más me gustan. Ahora podría escribir una historia de actualidad. De hecho, tengo muchos guiones que son actuales y en ese periodo sería quizás, el actual. Si la historia lo requiere, sea porque para mí lo más importante y lo más divertido de todo es hacer la historia. Entonces, si la historia me está diciendo hay que escribirla ahora con móviles, con tecnología o con lo que sea, o con toda la sobrecarga de información que tenemos, todos ponemos la tele o abrimos el ordenador. Volaría sin problema. 

¿Qué planes le acompañarán estos meses? 

Bueno, profesionales como sabes, yo tengo una productora con Rodolfo Sánchez, es actor y ahora está en Netflix, protagonizando una serie que se llama «Sequía». Y con otro socio más que se llama Esteban Zabala, un productor importante. Una de las cosas que haremos estos meses, entre otras, es ver si es posible hacer la serie de esta novela. Hay muchas más cosas pendientes, como la promoción, que acabamos de empezar. 

Ficha técnica de ANTES SE SECARA LA TIERRA

Nº de páginas: 480
Editorial: PLANETA
Idioma: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa dura
ISBN: 9788408267959
Año de edición: 2023
Plaza de edición: BARCELONA
Fecha de lanzamiento: 22/02/2023
Alto: 23 cm
Ancho: 15 cm
Grueso: 3.6 cm
Peso: 692 gr