Imagine que es usted un adolescente a mediados de los ochenta y vive en el Medio Oeste norteamericano.

(El Medio Oeste es ese sitio convertido casi en cliché gracias a las teleseries yanquis. Cuando un chico, o una chica, proviene del campo, de un “más allá” indeterminado lleno de granjas y poca sofisticación, se dice que es “del Medio Oeste”. Suena bien, vaya, mejor que “viene del quinto coño”. Algo parecido a los Montes Universales, para entendernos, que tienen el nombre más acojonante de cordillera que yo haya escuchado, pero luego resultan un páramo alejado del mundo (a veces mola, oiga, no se lo voy a negar…)

«Un pardillo más, uno de esos que con el tiempo acaban escribiendo artículos y crítica literaria»

Volvamos a lo de antes. El adolescente. Flacucho, poca cosa. No juega en el equipo de fútbol, no es el novio de la jefa de las animadoras (en serio, ¿por qué?). Un pardillo más, uno de esos que con el tiempo acaban escribiendo artículos y crítica literaria (curiosamente es cierto). Así que… ¿qué le queda? Recuerden, estamos en 1984, así que la opción de ponerse intensito en redes sociales (o su vertiente cazurra, convertirse en un hater de extrema derecha) está descartada.

Le queda el heavy metal, refugio de inadaptados, arca de Noé para quienes gustan de los riffs y las baterías a todo trapo. Oh, sí, llévame contigo, Ozzy, llévame. Pero sin toquetearnos, ¿eh?

Eso le sucedió a Chuck Klosterman. Como el tipo creció y acabó pasando de “chico rarito” a “periodista cultural” (no se crean que siempre ocurre así… también hay otros que terminan como monitores de yoga o hechiceros-chamanes, por 100 euros hago que el amor de tu vida se fije en ti) se le ocurrió que ese tránsito entre la infancia y la vida adulta a lomos de una motocicleta musical (ojo a la sutil metáfora, que haría las delicias de un Lemmy) podría interesar a más gente. Lo tituló “Fargo Rock City”, y en España lo ha traducido la muy bizarra editorial Es Pop Ediciones. Con la puta mejor portada de todos los tiempos, añado… no se la pierdan.

Aclaro. Hay varias cosas que me ponen algo nervioso de Klosterman. Fundamentalmente tres. La primera es su pelo pelirrojo y su barba pelirroja. En fin, manías, ya saben. Para los que sufran de idéntica prevención adelanto que en fotografías recientes al ya-no-tan-joven Chuck se le ve con guedejas blancas enmoheciendo las zanahorias que le brotan de sienes y mentón. Sic transit gloria mundi. Luego está lo de su desprecio por el heavy europeo. Oh, sí, Chuck es un producto genuinamente yanqui, como su propio nombre indica (en la Vieja Europa ningún cabrón llamaría “Chuck” a su colega) y desprecia lo británico, por ejemplo, por considerarlo serio, elitista y aburrido. Lo cual puede ser cierto si hablamos de Kingsley Amis, pero se me hace bola hacerlo pasar por el filtro de Benny Hill (ya ven, generalizar es complicado). Le ocurre con la música, claro, y por eso no le gusta Iron Maiden, lo cual es un sacrilegio en grado sumo, y la probable causa de que nos batamos en duelo al amanecer la próxima vez que el señor Klosterman venga a España (justo después de que pida kétchup para la paella, seguramente). Y en tercer lugar a veces me pierdo con sus continuos planos de ironía y autoparodia. En serio, son tantos que no sé muy bien qué me quiere decir esta vez, o cuál es su posición ideológica sobre ciertos temas (a veces parece un redneck cazando cocodrilos en los pantanos y otras un estiradillo de la Quinta Avenida que jamás ha visto verde más allá de Central Park). Lo posmoderno es así, qué le vamos a hacer. Seamos sinceros, a mí me encanta. Me gustaría tanto escribir irónicamente…

Lo que le sale en este “Fargo Rock City” es un experimento metaficcional (sospecho que metaficcional, vaya) que divertirá mucho a cualquier tipo de lector, pero volverá realmente locos a aquellos que alguna vez hayan agitado sus cabezas haciendo head banging como locos. Una exploración de cómo la música, cualquier música (esa “cualquier música” que llega a ser “tu música”) puede convertirse en el centro del mundo, en el flotador seguro donde puedes refugiarte cuando todo lo demás vaya mal. Es un libro divertido, que a veces te dibuja sonrisas y otras directamente arranca una carcajada de tu muy snob pose contemporánea. Un libro apasionado y apasionante, que no tiene miedo en desnudar todos esos muertos que, en forma de grupos vergonzosos, tenemos dentro de los armarios de nuestra adolescencia (sí, usted también, joven indie, no mire para otro lado). Qué quieren, si Klosterman hasta logra revestir de cierta dignidad a Mötley Crüe…

Y eso es realmente complicado.

 

  • Título: Fargo Rock City
  • Autor: Chuck Klosterman
  • Nº de páginas: 35
  • Editorial: ES POP EDICIONES
  • Idioma: CASTELLANO
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • ISBN: 9788493686444