A veces ver la portada es suficiente.

Ojo, no nos fiemos. He dicho “a veces”. No está bien darle demasiado valor a estas cosas, porque luego te llevas decepciones. Aquel libro con cubierta espectacular que luego meh. La película de cartel acojonante y desarrollo narrativo para gilipollas. El mozo aquel tan guapo que luego andaba justito para pasar el día sin cagarse encima. Esas cosas.

Pero mira… a veces aciertas. Cuando la oscuridad nos ama, de Elizabeth Engstrom (La Biblioteca de Carfax) es una de esas. Sin discusión. Esos ojos que te miran, esa figura que se pierde. Abro el volumen, busco en los créditos. Enhorabuena a Rafael Martín Coronel, porque ha sabido transmitir a la perfección toda la angustia, toda el claustrofóbico existencialismo que tan bien transmite la(s) novela(s).

» Engstrom construye una narración extremadamente original, erigida, piedra a piedra (y la metáfora no es casual) desde un punto de partida tan familiar como retorcido»

Hay más, claro. Menudo chasco, de lo contrario, ¿verdad? Cuando la oscuridad nos ama es una pequeña joya del terror. Un terror psicológico (aunque no terror psicológico, que eso es otra cosa), un terror de raíces vagamente lovecraftianas (aunque tan sutiles que jamás se hacen demasiado evidente, que nunca resultan groseras ni tiene olor a pastiche). Engstrom construye una narración extremadamente original, erigida, piedra a piedra (y la metáfora no es casual) desde un punto de partida tan familiar como retorcido. Comienzo de cuento de hadas, final de angustia aquí dentro, en el estómago. A cada situación, una vuelta de tuerca. No malévola, no. Lógica. O, al menos, lógica según lo va planteando la autora, según nos va introduciendo en un mundo ominoso. Un mundo interior, desde varios puntos de vista.

Digamos que la lectura doble está ahí, y es la propia Engstrom quien nos desvela tres o cuatro claves maestras en el prólogo (y el epílogo) a la obra. Ambos imprescindibles, y no suele ser lo habitual, me temo. Pero, al margen de interpretaciones, el mayor mérito de la obra es su potencia. Está maravillosamente escrito, con un ritmo perfecto para la historia que quiere transmitir (las historias, porque el volumen recoge sendas nouvelles), con un lenguaje preciso y transparente. Todo al servicio del argumento, de ese relato que empieza con un costumbrismo surreal a lo Faulkner y acaba introduciéndonos en las montañas de la locura. Escalofriante… sobre todo porque nosotros, los lectores, somos capaces de empatizar con personajes cuyas acciones entendemos horrendas. Y lo son. Pero… inevitable. Digamos que la corriente natural de simpatía vence en dirección contraria a la lógica (a la lógica de después de la Ilustración, a la lógica que no mira dos veces debajo de la cama para ver si hay monstruos, para comprobar que no han vuelto) y eso nos hace aun más inquietante la experiencia. Que es, claro, lo que se pretende, ¿no?, porque para eso andamos leyendo literatura de género. Literatura de la buena.

No se pierdan esta pequeña joya, amigos. Su recuerdo los acompañará durante unos pocos días… y muchas más noches.

(Abstenerse gente con cierto miedo a la oscuridad).

 

Título: Cuando la oscuridad nos ama
Autor: Elizabeth Engstrom
Nº de páginas: 272
Editorial: LA BIBLIOTECA DE CARFAX
Idioma: CASTELLANO