A veces leer consiste en sentirte incómodo. A mí no es algo que me guste, porque he venido aquí a divertirme, pero entiendo la importancia del asunto. A veces los mejores caracoles se cogen por cunetas llenas de barro (por usar una metáfora que todos los urbanitas comprenderán a la primera). Y eso, que para alcanzar cierta reflexión tienes que pasar por un examen propio que no siempre resulta agradable. Aunque yo huya, como les dije, de todo aquello que no resulta agradable.

“Vertedero”, de Raúl Quirós, es buen ejemplo de todo lo anterior. “Vertedero” está publicado por Editorial 16 (o Editorial Dieciséis, o Editorial Dieci6, de todas esas formas lo ven ustedes escrito). Ustedes saben que yo le presto mucha atención a estas cosas, porque me gustan los libros más que a un tonto las noticias de ese canal que ustedes están pensando, así que quería contárselo. Editan muy bien, y muy bonito, y tienen cosas la mar de interesantes. Aun andan en periodo casi rookie, pero era bueno que no les quitasen el ojo de encima, no vaya a ser que un día de estos den el gran salto y ustedes puedan decir eso de “yo les seguía antes de hacerse mainstream”. Joder, lo que mola decir “yo les seguía antes de hacerse mainstream”, es lo puto más mejor del mundo…

«Tres nouvelles, las tres con un aire familiar, con trasfondo y temática parecida. Las nuevas relaciones, la fidelidad, la traición, la hipersexualización del sexo»

Al libro. Que “Vertedero”. Que cierta sensación de incomodidad. Tres nouvelles, las tres con un aire familiar, con trasfondo y temática parecida. Las nuevas relaciones, la fidelidad, la traición, la hipersexualización del sexo (y, aunque la frase les parezca una chorrada, reflexionen un momento sobre ella). Vamos, temas del hoy, cositas preñadas de optimismo. La superficialidad de la vida en las gran ciudad (mira, de eso no tengo ni idea), las relaciones fugaces entre cientos de rostros que nunca te vas a volver a cruzar.

Y todo eso lo plantea Quirós, como decíamos, de forma poco amable para quien lee. Entre otras cosas porque, de forma casi automática, se siente interpelado. No es que se identifique con este o aquel personaje, no… es algo más profundo. Más, si quieren, íntimo. Como si te hablase a ti la nouvelle. Y eso, que igual mola cuando te pasa con un libro de Paulo Coelho (otra cosa que desconozco, porque no leería eso ni amenazado de muerte) aquí resulta inquietante. Cómo habría yo… Qué hubiese hecho cuando… Seré uno de esos superficiales que señala la novela en… Mira, aquí hablan de un sitio donde escribo, a ver que dicen… pues vaya, menudas palabrejas, mejor no digo na. Y todo así.

«Eso sí… reflexión. Mucha. Profunda. Supongo que eso es lo que se buscaba. Sales distinto a como entraste»

Eso sí… reflexión. Mucha. Profunda. Supongo que eso es lo que se buscaba. Sales distinto a como entraste. No es, este, un libro para ir leyendo en el metro (solo que donde yo vivo no hay metro, no como en los escenarios puramente urbanos que expone), tampoco para acabar justo antes de irte a dormir, porque entonces… jodido. Literatura honda, como el cante.

Absténganse quienes busquen best-sellers escritos con la máquina de escribir best-sellers…