Estimada ansiedad:

Te escribo estas líneas con el objetivo de poner fin a nuestra relación. Lamento ser tan estricto en el contenido y frío en el medio, pero creo que no mereces más contemplaciones que las aquí dispuestas.

Es cierto que hemos pasado muchas lunas juntos, vaya, parece que fue ayer cuando apareciste en mi vida en forma de trueno. Recuerdo ese momento como si fuera ayer, me parece mentira, qué tonto me pongo al recordar aquel nuestro primer día. Eras tan extraña, tan exótica. Sólo hicieron falta dos o tres noches en vela para que nos hiciésemos inseparables y hoy, ya ves, se termina todo. La vida, dicen.

Quería comunicarte que ya tengo preparada la mejor maleta de todas, la de los viajes eternos y sin final, sin regreso. Apenas deja de escucharse y bailarse el último y terminal vals con su oscuridad negra y marchita, la tuya: y la maleta a cuestas, y te das cuenta y piensas en las esperanzas y los sueños en los que me recuestan y cuesta tanto pensar. Y tu maleta vacía: desocupada a la espera que el aire de mi valor y mi fuerza la llene de más nada.

¿Sabes? Leo todo, pero sobre todo estoy aprendiendo mucho sobre mí, sobre mi coraje y templanza para los instantes malditos que juntos ocuparon toda mi vida, la del último año o doce meses eternos, que nunca morían y que ya toca que terminen.

Quien conoce y ha probado mi tiempo este año sabrá de qué soy capaz; mi “yo” mejor que nadie conoce mis límites; sólo “él” y “yo” conocemos las veredas por las que nos hemos batido en duelo con tanto dolor, en tan poco tiempo: triste aniversario se avecina y aproxima.

Lo espero firme, soy un guerrero, ¿recuerdas?

Y he aprendido y comprendido mejor a todos los que me rodean. Tú a partir de ahora serás ellos, los que tantas veces sacaron por mí el papel y el lápiz con el que construyo historias y protejo mi voluntad, mi “yo”, de ellos. De ti.

Y te guardo como siempre hago con quien aporta conocimiento y sabiduría a mi vida. Y en ocasiones creo enloquecer de lo rápido que circulan las historias y pensamientos, vidas, acciones, maletas vacías y maletas listas para llevar esas historias. Y cuando creo morir o creo que todo ha terminado comprendes que la cordura se aleja por la misma carretera que tu esperanza, y sólo entonces es cuando todas las ideas forman poesía, novelas, libros, papeles de periódico y de revista todo ello maltratado.

Todo tiene sentido, asimilo y crezco con esas ideas y esas leyendas. Sé que estoy vivo porque mis emociones se multiplican y siguen construyendo nuevas historias épicas que me ayudan a seguir. Mi sufrimiento no habla de muertes, de pérdidas ni duelos no, pero no quisiera que nadie tuviera mi año o doce meses en sustitución de nada, ¿alguien aguantaría? Gracias a ti lo he conseguido, “tu” y “yo”. Valora mi esfuerzo y deja de criticar mis acciones y vaivenes, es mi vida la que han golpeado y tratado de noquear y aquí está: en pie antes de la cuenta de diez y de que el entrenador haya tirado la toalla. Valora mi tesón y fuerza, con la que no he dejado de construir instantes mágicos para ellos mientras yo me iba rehaciendo del último gancho recibido el mes anterior, precedido por el derechazo del mes posterior, pero de pie antes de la cuenta de diez, valóralo.

Te hice feliz a pesar de mis heridas siempre abiertas que no han dejado de sangrar, pero has de saber siempre que yo, no he dejado de luchar y pelear contra ti. Por ti.

Vive con eso si puedes.

Ya termino. No sin pena al recordar como entrabas lenta desde el uñero del dedo gordo de mi pie derecho o izquierdo hasta el último capilar de mi cabeza. Rebotabas dentro de mi como una bola de acero en un flipper ochentero. Las luces me impedían dormir y así pasábamos horas y horas juntos, unidos, abrazados a esa unión hiriente y negra que incluso cortaba mi respiración. Era tan fuerte nuestro abrazo que sacar una extremidad de la cama para tratar de huir de ti, suponía un esfuerzo tan titánico que mi voluntad fue quebrada al tercer día. Y ya no pude, (hasta hoy, amiga mía), volver a intentar salir de ti.

Pero todo acaba. Todo tiene su fin que cantaba el otro. Así pues, recibe mi adiós eterno y repulsión. Búscate otra vida y que tengas suertecita que aquí sigo, en pie antes de la cuenta de diez.