“Ese totalitarismo de la verdad descansa en la mentira, la manipulación,la tergiversación…, tanto de la realidad coetánea como del pasado histórico”

Que la culpabilidad cristiana fue uno de los pilares del franquismo no es algo nuevo. Que todavía sigue siendo una de los condicionantes más asentados en España tampoco.  Desde el obispo Pedro Lombardo (c.1100-1160) hasta el Papa Francisco, pasando por Tomás de Aquino entre otros, los conocedores de la verdad y la moral absoluta hacen referencia a la mentira y sus consecuencias. El primero, hablaba de mentiras útiles, joviales y peligrosas para medir los grados de “lo venial hasta lo mortal” y de esa idea parten el resto. Ahora bien, ¿no son los pecados menores los que uniéndose forman el mortal?

Juan Antonio Ríos Carratalá (Premio de la Crítica Valenciana en 2013) es catedrático de Literatura Española en la Universidad de Alicante, lo que le ha permitido unir la ficción literaria, teatral y cinematográfica con su otra especialización: la memoria histórica del franquismo y la Transición. De ahí sale toda una colección de más de 30 libros y 100 artículos . El último, De mentiras y franquistas (Renacimiento), recupera a personajes peculiares de la dictadura para mostrar como la mentira más dañina iba solamente en una sola dirección y se escondía en muchas útiles. Por lo menos para sus artífices. Si en La familia Franco S.A. (Roca Editorial), Mariano Sánchez Soler traza líneas que unen a los principales nombres de la época, Ríos recurre a figuras menos conocidas pero muy importantes para el funcionamiento del régimen.

“Las mentiras dificultan su conocimiento, como en tantas historias menores a la espera de quien tenga la paciencia de reconstruirlas a base de referencias incompletas, voces aisladas y datos azarosamente preservados del olvido”

Cada una de las situaciones y personajes que recoge Ríos son aparentemente irrelevantes en la historia de la dictadura. Esa es la baza que utilizaron sus protagonistas para llevar a cabo negocios y vivir en una posición de poder accesible a unos pocos. Todos ellos eran hombres, como era de esperar, y su vida se puede resumir con lo que Simone de Beauvoir explicó en El segundo sexo: “el hombre define a la mujer, no en sí, sino en relación con él”. Es así como el adulterio, en su definición de alteración de una sustancia como es el matrimonio solo tenía un culpable: la mujer.

«En «De mentiras y franquistas» aparecen mujeriegos, maltratadores, mujeres que realmente son hombres,republicanos que negaron serlo para acabar siendo franquistas que esquivan decir que lo son…»

En De mentiras y franquistas aparecen mujeriegos, maltratadores, mujeres que realmente son hombres,republicanos que negaron serlo para acabar siendo franquistas que esquivan decir que lo son y un único objetivo: la mentira como salvoconducto. Los capítulos se centran en nombres propios en la mayoría de sus casos y cuentan la historia que construyeron para su beneficio. Así es como ese entramados de pequeñas trampas inofensivas cimentaron la más grande de todas.

Matías Coslada, Pedro Zaragoza, Juan Soto (escondido en Elena Francis) y Justo Gil son los más conocidos. “Las chicas alegres de Coslada” que actuaban en el Teatro Apolo desde la posguerra, “tiempo de silencios y complicidades”, hasta el año 2000 estaban bajo los mandos de un empresario que no hacia contratos, que vivió una doble vida entre Zaragoza y Barcelona y negó su pasado republicano para codearse con la élite de la Falange. De “camarada Matías” a don Matías Coslada sin privarse de nada.

Juan Soto Viñolo, redactor de RNE y cronista cedía su voz a Maruja Fernández, Rosario Caballé y María Garriga para que Elena Francis se convirtiera en el ejemplo a seguir para las esposas de la época. El marketing y las cifras superaban la censura porque el dinero lo es todo. En su programa encontrabas consultorios falsos, productos falsos y nombres falsos, las pequeñas mentiras que cubrían la verdaderamente importante: la sumisión de las mujeres al servicio de sus maridos en un país nacionalcatolicista con el “vicio” como pecado mortal.

“La memoria mantiene una relación flexible con la veracidad”

Elena Francis era una “ficción que por carecer de cuerpo evitaba ser la protagonista más allá del consultorio”. Cosa que no sorprende en esos años, pero que todavía existe. La amiga ficticia que llevaba la “alegría” ficticia a los hogares ficticios. Soto no solamente eclipso a las mujeres que trabajan para él, que redactaban los consejos y leían las cartas, también lo hizo con su público femenino para que todo funcionara como quería.

Esto se alimentaba también de la castidad y el castigo por no conservarla, que eran imperativo para sexo femenino mientras que el masculino estaba libre de ese pecado. Ellas maltratadas, violadas y asesinadas con total libertad teniendo el cielo ganado mientras fueran puras e inocentes. Así justificaron y encubrieron casos de pederastia como la del párroco de Horta de Aviño a una niña. La lista de  “heroínas de las castidad”, protagonistas del “sacrificio ejemplar” es extensa y todavía sigue engordando. La Iglesia protegía a sus fieles y ahora lo hace en muchos casos la justicia. El “antes morir que pecar” fue otra mentira que tapaba la violencia.

¿Cuántos “hombres hechos a sí mismos” empiezan sus hazañas con dinero ajeno?

Entre todo esto estaba el sol, la playa, las vacaciones y la televisión. Pedro Zaragoza, El hombre que embotelló el sol, basó toda su carrera política en la acumulación de “episodios imaginativos” que sustentaba con su ascendencia pudiente. Un franquista que evitaba decir serlo. Nadie cuestionó las historias que inventó, entre ellas la de su visita al Pardo para convencer a Franco de permitir el bikini o la de autodenominarse “republicano falangista”.

En una sociedad en la que el bikini era pecado mortal al nivel de ser rojo o adultera, solamente el dinero y la falsa sensación de libertad del pueblo pueden hacer que todo cambie. Los mismo sucedió con la televisión. Mientras ayudaba a sobrellevar los momentos difíciles a las familias las distraía de la falta de libertad. Solamente Chicho Ibáñez Serrador o Antonio Mercero fueron capaces de elaborar pequeñas críticas implícitas.

“Al margen de una realidad matrimonial en declive, el adulterio todavía mantiene una antigua relación con lo delictivo”

Juan Antonio Ríos Carratalá nos muestra el Twin Peaks que fue España: donde los personajes supuestamente secundarios son importantes para una trama que avanza también gracias a ellos. Matar a Laura Palmer es solamente el principio de la historia. No descubre nada nuevo, pero se niega a obviar la realidad. Denuncia la mentira como algo ya identitario en un sistema que sigue sirviendo a líderes de todos los ámbitos para manejar el funcionamiento de la sociedad a placer. Dueños del pero, del ni confirmo ni desmiento, con los que se protegieron hasta que llegaron nuevas formas de hacer dinero.

«Son escritores y protagonistas de una novela que parece no existir y que aprovechan ese carácter de ficción y lo que les rodea para conseguir lo que querían»

Los personajes de las historias en De mentiras y franquistas cumplen un perfil idéntico. Son escritores y protagonistas de una novela que parece no existir y que aprovechan ese carácter de ficción y lo que les rodea para conseguir lo que querían. Ellas son espectadoras. Nosotros, ahora, somos espectadores de esas mentiras y esos crímenes. Lo que la prensa escribió en esa época está condicionado por la credulidad, la distancia y la comodidad, algo que también sigue ocurriendo en ciertos círculos. Las fake news de Facebook son también pecado. Estas mentiras piadosas siguen estando ocultas en cierto modo por su visión de útiles o joviales siendo realmente peligrosas y dañinas. Por fin las buscamos. Ríos las destapa para que no se vuelva a beatificar al criminal e imponer el papel de mártir a la víctima. El franquismo era una cama de faquir a la que le pusieron una sábana muy fina encima para disimular. Mientras, las mentiras y sus creadores se tumbaban en un colchón mucho más cómodo.

“Las mentiras dificultan su conocimiento, como en tantas historias menores a la espera de quien tenga la paciencia de reconstruirlas a base de referencias incompletas, voces aisladas y datos azarosamente preservados del olvido”.

 

ISBN 9788417950712
Fecha de publicación 03/2020
Editorial Editorial Renacimiento
Colección Los Cuatro Vientos
Nº en la colección 158
Edición 1ª Edición
Altura 210 mm
Anchura 150 mm
Encuadernación Rústica
Número de páginas 392