He pasado mucho tiempo de mi vida hablando de Calomarde.

Escrito así suena a confesión, ¿verdad? Algo ligeramente vergonzoso que se reconoce con cierto apuro ante la inmensidad sin nombre que puede ser el lector a quien no ves. Pero nada más lejos, oigan. Calomarde. Francisco Tadeo Calomarde de Retascón y Arriá, nada menos. Político, del siglo XIX. Absolutista de esos que convirtieron a España en tinieblas (o que impidieron que entrasen las luces, vaya). Un tipo peculiar, taimado, retorcido. Un personajazo.

«Francisco Tadeo Calomarde de Retascón y Arriá, nada menos. Político, del siglo XIX. Absolutista de esos que convirtieron a España en tinieblas. Un tipo peculiar, taimado, retorcido. Un personajazo.»

Como decía, me he tirado muchas horas hablando sobre Calomarde. Especialmente en relación a los intentos de reformas territoriales que, en el primer tercio del agitado XIX, se vinieron sucediendo en el país. Todos ellos, añado, sin éxito hasta lo de Javier de Burgos. Pero esa es otra historia. Más entretenida, seguramente, porque pueden ustedes unirla con el mapa actual, que es algo que siempre gusta.

A lo que iba es que no es fácil explicar a alguien como Calomarde y hacer que el tema parezca interesante. No, más aun… atractivo. Lo sé por propia experiencia. En ocasiones a quienes contamos cosas del Derecho y la Historia nos ocurren estos percances. Que la gente se nos duerme, básicamente. Porque yo todo el rollo lo encuentro interesantísimo, pero no siempre resulta opinión unánime.

Cuento todo esto por dos razones. La primera es para expresar que conozco (aun ligeramente) al Calomarde del que vamos a hablar hoy. Y la segunda es para reconocerme culpable en no haber sabido, a veces, explicarlo debidamente. Algo que sí hace Sergio del Molino en ese Calomarde (Libros del KO, 2020) que se lee de una sentada y deja un regusto agridulce en el paladar. Uno aprende muchas cosas, y el tema está contado con cariño y chispa, claro, pero no puedes alejar de ti la sensación de vergüenza por la Historia compartida, que siempre es una vergüenza profunda y dolorosa.

No me voy a extender demasiado sobre el personaje ni sobre lo contado. Lo hace ya muy bien Sergio en el libro, por más que a veces parezca faltarle algo de espacio para contextualizar hechos y certezas que se dan por sabidas pero no siempre lo están. No importa, es delito menor y, desde luego, resulta muy sencillo encontrar bibliografía al respecto. Que es a lo que anima la obra, creo. Para ponerles los dientes largos tan solo me permitiré tomar prestada una comparativa que el propio autor deja caer un par de veces en sus páginas. Calomarde era el Villarejo de su tiempo, y quién sabe si, incluso, llegó a inventar esas oscuras cloacas del Estado por las que luego toda ralea de calaña se ha venido moviendo con inusitada facilidad desde hace ya dos siglos. Y si con esto no les animo a la lectura yo ya no sé…

«Calomarde era el Villarejo de su tiempo, y quién sabe si, incluso, llegó a inventar esas oscuras cloacas del Estado por las que luego toda ralea de calaña se ha venido moviendo con inusitada facilidad desde hace ya dos siglos»

Pero déjenme entresacar una escena. Casi, casi una imagen fija. Icónica. Simbólica. El momento en el cual todo cambió. O quizá no, a lo mejor es solo ensueño de quienes vinieron después. Qué más da. Sucede en Cádiz, durante las Cortes que acabarán dando lugar a la Constitución de 1812. Por si no lo saben, el instrumento jurídico más influyente surgido en la Península Ibérica desde el Código de las Siete Partidas, ahí es nada. Pues bien, en ese momento Calomarde, nuestro Calomarde, el Villarejo chulito del XIX, parece inclinarse hacia las filas liberales. Ilustrado, estudioso de la reforma agraria… un sujeto casi prototípico. Pero no le dejan. Sus paisanos, los aragoneses. No le dejan. Arriesga Sergio del Molino la causa. Por clasismo. Ellos, tan patricios, tan de ciudad. Él, tan paleto, tan cuarteadas las manos por trabajar la tierra. Los prejuicios se imponen a la realidad. Y entonces todo cambia, el villano surge donde antes solo había villano por nacimiento en villa. Seguramente sea una simplificación (he aprendido a no creerme demasiado estos momentos clave en las vidas ajenas… prefiero cambiarlos por una serie de instantes importantes que se van sucediendo) pero resulta tan seductora la teoría, está tan bien contada, que uno casi quiere creerla. Para salvar al protagonista, sí, pero también para constatar la incómoda certeza de que cualquiera puede ser, en un contexto preciso, el malo de la película. Condena y redención a un tiempo. Tan interesante.

Y así todo el libro. No se lo pierdan.

 

  • Calomarde
  • Autor: Sergio del Molino
  • Nº de páginas: 120
  • Editorial: LIBROS DEL K.O
  • Idioma: CASTELLANO
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • ISBN: 9788417678289
  • Año de edición: 2020
  • Plaza de edición: ES
  • Ilustrador: ALEXANDRA ESPAÑA
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Marcos Pereda (Torrelavega, 1981) es escritor profesor. O al revés. Ha publicado "Arriva Italia" (Popum Books, 2015) y "Periquismo. Crónica de una pasión" (Punto de vista, 2017). También asoma la cabeza por medios de comunicación, de los mainstream y de los raros. A veces le han dado algún premio, pero tiene mala memoria para esas cosas. Le gustan el café y las tildes diacríticas.