Hay libros que te vuelven loco, como los libros de caballerías que lee Alonso Quijano. Hay libros que son quemados por peligrosos, como los de Fahrenheit 451. Hay libros que matan a quien los lee, como el manuscrito envenenado de El nombre de la rosa, que a tantos monjes asesina. Hay libros que son laberintos que a su vez solucionan un misterio detectivesco, como El jardín de los senderos que se bifurcan. Hay libros que nunca son escritos porque sus autores deciden dejar de escribir, por un motivo u otro, como los de Bartleby y compañía. Hay libros que enamoran a sus lectores, como el romance de Lancelot y Ginebra que provoca el primer beso entre Paolo y Francesca. Hay libros que desaparecen o se pierden y un lector detective debe encontrarlos en, por ejemplo, Venecia, como sucede en Los papeles de Aspern. Hay libros infinitos, sin principio ni final, con tantas páginas que el lector nunca puede volverlas a encontrar, como El libro de arena.

Hay, en fin, libros protagonistas de libros

Y si has reconocido alguno de los libros arriba mencionados, eres un lector bastante friki, enhorabuena. Un lector ama los libros, pero un lector friki también ama los libros que aparecen en los libros. Y aquí tienes cinco más, cinco libros cuyos protagonistas son libros. Ordenados de menos a más friki.

 

  1. Mendel el de los libros de Stefan Zweig (Acantilado)

En unas pocas páginas —un relato largo o una novela corta—, el austríaco Stefan Zweig consigue construir un personaje mítico: Mendel el de los libros. Como su epíteto indica, no es más que un pobre vendedor de libros judío que, en una mesa de un café vienés, trabaja con lo puesto: no necesita catálogos ni listas bibliográficas porque su prodigiosa mente lo memoriza todo, así que si un cliente busca un libro, Mendel lo conocerá, por raro que sea, y sabrá encontrarlo. La memoria de Mendel, sin embargo, funciona como una base de datos: almacena títulos, nombres y apellidos de autores, fechas y lugares de impresión y otra información libresca, pero no los analiza ni los juzga. Así, Mendel conoce ese libro del que hablas, pero nunca se tomará un café contigo para hablar del libro, ya que no le interesan ni el mundo ni las personas, solo los libros, o más bien el registro mental de los libros. Mendel no es un listo, es una lista.

El relato de Zweig es una breve biografía de este vendedor de libros, que tiene un desenlace trágico propiciado precisamente por su peculiar carácter: los libros son su razón de ser y, en consecuencia, a causa de ellos dejará de ser. Por la singularidad de su protagonista, Mendel el de los libros es una de las obras más conocidas de Zweig; de hecho, tuvo un hijo literario o continuador en «Funes el memorioso», un relato del argentino Jorge Luis Borges incluido en Ficciones. No solo los títulos se parecen, también ambos personajes tienen una memoria fantástica y están interesados en los libros. Si los lectores frikis tuvieran un dios, bien podría ser Mendel; Funes sería su profeta.

 

  1. La librería de Penelope Fitzgerald (Impedimenta)

No suele haber obras más cursis que aquellas ambientadas en una librería, y la adaptación cinematográfica de La librería es la cursilada de las cursiladas. Pero La librería de Penelope Fitzgerald, en la que está basada la película de Isabel Coixet, no está tan edulcorada. Su protagonista es Florence Green, una viuda que decide abrir una librería en un pueblecito costero inglés, a pesar de que tiene en contra a buena parte de los vecinos. La librería es, pues, la historia de una mujer independiente que lucha contra el mundo para poder venderle libros. El clasismo, el sexismo y en general la cerrazón de los vecinos de Florence están presentes ya en una de las primeras escenas de la novela, donde el banquero al que la librera pide un crédito le hace un mansplaining de manual sobre cómo llevar su negocio.

La librería está escrita de una forma amena y tradicional: en tercera persona, con descripciones breves y ágiles, una fina ironía muy inglesa y un psicologismo sutil pero eficiente. Los libros en general son los protagonistas, junto a Florence, pero hay uno en concreto que destaca sobre los demás: Lolita de Vladimir Nabokov, que provocará escándalo entre el sector más conservador de los vecinos y pondrá una vez más en peligro el negocio de Florence.

Y a pesar de lo dicho más arriba sobre la cursilería, creo que después de leer La librería merece la pena ver la película de Isabel Coixet que la adapta. En primer lugar, porque la directora introduce en el argumento un segundo libro, que no aparece en la novela y tiene asimismo un papel importante, como Lolita; pero también porque le inventa un final diferente, en mi opinión superior al de la novela, aunque no espoilearé ni uno ni otro. El lector-espectador friki encontrará las diferencias.

 

  1. Una soledad demasiado ruidosa de Bohumil Hrabal (Destino)

Hanta, el protagonista de la novela del checo Bohumil Hrabal, vive en una contradicción: trabaja en un sótano destruyendo libros, pero al mismo tiempo salva algunos y se los lleva a casa, donde los guarda y los lee. Y esta contradicción vital resuelve el aparente oxímoron del título: ¿puede Una soledad ser demasiado ruidosa?; sí, puede serlo si se está solo junto a una prensa de papel. Los libros que Hanta aplasta y convierte en bloques de papel, cartón y pegamento (y a veces ratas) son libros viejos, raros, olvidados o prohibidos por la dura censura checoslovaca. Pero el segundo escenario de la novela, después del sótano donde trabaja, es la casa donde vive, abarrotadísima de libros salvados de la destrucción, columnas y columnas de libros hasta en la cocina y el lavabo, acumulados no por un coleccionista sino por un Diógenes de Sinope, aunque este Diógenes también vende algunos de contrabando.

Hanta es, como el Mendel de Zweig, un personaje libresco que en seguida le cae simpático al lector friki, pero también tiene un lado oscuro, además del de verdugo de libros. Bebe demasiada cerveza, como buen praguense, tiene visiones —se le aparecen Hegel, Schopenhauer y otros autores o personajes de libros que lee— y callejea borracho de cervecería en cervecería, como el protagonista de las Memorias del subsuelo de Dostoyevski. De hecho, el personaje del escritor checo tiene mucho en común con el del ruso; por ejemplo, ambos son unos perdedores, viven aislados de la gente y tienen cierta obsesión por lo subterráneo: Hanta prensa papel en un sótano y a menudo reflexiona sobre las ratas y las cloacas. Además, Una soledad demasiado ruidosa es una novela desordenada, como las Memorias del subsuelo, un monólogo interior sin demasiado argumento en el que Hanta cuenta algunas anécdotas de su vida y comparte con el lector friki algunas de sus ideas.

 

  1. El giro de Stephen Greenblatt (Editorial Crítica)

Quien más, quien menos puede nombrar un par de libros que cambiaron el mundo: la Biblia, De revolutionibus de Copérnico, el Manifiesto comunista de Marx y Engels o El origen de las especies de Darwin, por ejemplo. Pero no es tan conocido el libro del que habla Stephen Greenblatt en su ensayo El giro, a pesar de que fue tan importante como los antes mencionados: el De rerum natura del escritor romano Lucrecio, un largo poema filosófico del siglo I a. C. De hecho, casi nadie conocía esta obra, prácticamente olvidada por ser demasiado incendiaria para el cristianismo, hasta que en 1417 se encontró la única copia del poema entre los manuscritos de la biblioteca de un monasterio alemán. El hallazgo fue revolucionario, produjo un giro histórico que contribuyó a fraguar el Renacimiento y la Modernidad: De la naturaleza era un compendio de la física atomista de Demócrito y de la filosofía moral de Epicuro, es decir, un hachazo materialista, ateísta, racionalista y hedonista —en el mejor sentido de los cuatro ismos— a la Iglesia y a la religión en general.

El giro estudia el redescubrimiento del poema de Lucrecio, empezando por su descubridor, el humanista y cazador de libros antiguos Poggio Bracciolini. Pero el inmenso trabajo del historiador estadounidense Stephen Greenblatt no termina con la biografía de Bracciolini: también recrea con precisión la vida renacentista (el ambiente humanista, el trabajo de los copistas, las prácticas cortesanas, el día a día monástico, etc.), explica por qué se silenció el De rerum natura desde la Antigüedad hasta la alta Edad Media y calibra el impacto que tuvo en futuros pensadores como Voltaire, Galileo, Montaigne e incluso Einstein. Y lo mejor de todo es que Greenblatt logra el equilibrio entre el rigor académico y la fascinación del ensayo literario sin sucumbir a la mera divulgación.

Y una vez completado El giro, el lector friki puede disfrutar del libro sobre el que tanto ha leído, por ejemplo en la magnífica traducción al español de De la naturaleza de Lucrecio realizada por Eduard Valentí Fiol para Acantilado.

 

  1. Posesión de A. S. Byatt (Anagrama)

Posesión empieza con un libro, cómo no: «El libro, grueso y negro, estaba cubierto de polvo. Tenía sus tapas combadas y quebradizas; en sus tiempos había sido maltratado». Un joven académico encuentra en su interior dos bocetos de cartas escritos por Randolph Henry Ash, el poeta inglés del siglo XIX sobre el que escribió su tesis doctoral. Este hallazgo, hasta entonces desconocido, lo lleva a descubrir que Ash, casado, se carteó con una poeta de su época, Christabel LaMotte, y que entre ambos hubo una peculiar historia de amor. Así, la novela de A. S. Byatt es una novela romántica: de amor entre Ash y LaMotte (y otros personajes), pero también de amor a la literatura y a la investigación literaria. Tiene asimismo rasgos de la novela policíaca, aunque aquí no hay ningún crimen que resolver pero sí un misterio, y de la novela de campus, pues describe los ambientes académicos y desvela sus rencillas y luchas de poder.

En cuanto a la forma, la novela de Byatt es una obra espectacular, que encantará a los lectores más frikis. En principio, está escrita en una tercera persona muy convencional, que focaliza de un personaje a otro, con un estilo elegante, trabajado e irónico, y avanza en orden cronológico, capítulo tras capítulo. Sin embargo, este texto aparentemente tan tradicional incluye otros géneros literarios —poemas, cuentos, leyendas, biografías—, varias tipologías textuales —cartas, crítica literaria, periodismo— e imagina gran cantidad de autores ficcionales (Ash, LaMotte y otros), con sus respectivos textos y biografías, así como académicos disparatados que los estudian, entrelazando diversos niveles ficcionales y mezclándolos con la realidad y la historia. Posesión es una catedral posmoderna erigida sobre unos cimientos decimonónicos. A Borges, el gran lector friki, le habría encantado visitarla.