Imagino a José Zoilo viendo romper las olas atlánticas desde las costas tinerfeñas donde reside y hacerse mil preguntas sobre la Historia de España. De este modo y a través de la curiosidad que suscitan cientos de lecturas sobre el tema, un día decidió lanzarse al agua y surcar los mares de la literatura. Así nació la inquietud de trasmitir la Historia de quienes dieron lugar a unas y otras tierras.

José es un biólogo de profesión sensibilizado con el entorno que habita mediante su labor diaria como Gerente de la Asociación Desarrollo Rural de Tenerife, mientras comparte tiempo con visigodos, vikingos, suevos, alanos… de una forma tan amena como dinámica y como prueba de ello os dejo la presentación de su primera novela:

«Así que, si eres capaz de escuchar el retumbar de los tambores en la
distancia y aspirar el humo que inunda el aire desde las almenaras, agarra tu escudo con firmeza, abrocha tu malla, y sitúate a la derecha de la formación, porque la batalla se acerca.»

El autor aparece a nivel mediático a partir del Tercer Concurso de Escritores Indie organizado por Amazon y El Mundo donde cosecha un gran éxito con El Alano, primera novela de la trilogía Las Cenizas de Hispania, compuesta por Niebla y acero y El dux del fin del mundo, ya con el sello editorial Ediciones B. A continuación llegarán En Nombre de Dios y el último lanzamiento, Lordemano.

 

 

 

Como consecuencia, una oleada de merecidos premios comienza a
desembarcar en la costa canaria, siendo estos: I Premio de Pozuelo de Novela
Histórica, X Premio Hislibris, Premio Cerros de Úbeda 2020 y el Preño de la
Semana Histórica Cartagena que recibirá en octubre.

Te iniciaste en la escritura a partir de una apuesta con tu mujer, en la que ella te regalaba un portátil y tú, a cambio le contabas una historia. Confiesa, ¿necesitabas que alguien te empujara para dar el primer paso o más bien fue la excusa perfecta para lanzarte?

Efectivamente, fue a causa de una apuesta, o un reto más bien. Y creo que nunca le estaré lo suficientemente agradecido a mi mujer por haber intuido en mí algo que en ese entonces yo desconocía por completo: que era capaz de utilizar mi imaginación, y cuanta información leía, para crear mis propias historias. Lo cierto es que hasta ese momento nunca me había planteado escribir ficción; sí me había enfrentado a textos técnicos relacionados con mi trabajo, pero la novela era algo que no me planteaba intentar. Fue todo un salto al vacío, porque nunca me había imaginado en tal circunstancia, y, aunque parezca mentira, creo que el primer sorprendido con el resultado fui yo.

Aquila, el último romano de la escritora anglosajona Rosemary sutcliff fue la lectura que te enganchó a una determinada época y que además, dio inicio a tu carrera como escritor. Ahora, después de estudiar los primeros pobladores de la Península, ¿qué pueblo te provoca mayor admiración?

Estoy casi seguro de que si me hubieras hecho esta pregunta antes de lanzarme a escribir te hubiera respondido que no sabría decidir entre griegos, romanos o cartagineses. Hoy estoy todavía más lejos de decantarme: mis dudas son aún mayores, y te podría nombrar un buen puñado de pueblos, de diferentes épocas, que merecen mi admiración. Creo que todos aquellos que han pasado por nuestra tierra en un momento dado tienen una parte admirable, al igual que todos tienen también algo aterrador, lo que no deja de ser lógico si
los miramos con nuestros ojos del siglo XXI.

Encontramos muchos libros sobre la gloria del Imperio Romano, sin embargo le das mayor importancia a los pueblos que la rodearon en aquellos convulsos tiempos previos a su desaparición. ¿Por qué?

Siempre me han fascinado las épocas de cambio, aquellas en las que las diferentes civilizaciones, de un modo u otro, se han visto abocadas a modificar sus estructuras, tanto políticas como sociales, con o sin episodios violentos de por medio. Desde luego Roma no iba a ser una excepción, de manera que mi período favorito es el último siglo de dominación romana de occidente, el mismo que me decidí a novelar en un primer momento. Así surgió la idea de mi primera trilogía que, aunque es narrada a través de los ojos de un alano, un “bárbaro”, muestra el largo y desconocido proceso de descomposición de la Hispania romana.

En el Nombre de Dios hablas sobre la leyenda del rey Salomón “mandó construir un objeto en el que dejaría escrito todo el conocimiento del mundo: una mesa plagada de oro y joyas capaz de colmar con su poder la ambición de quien la poseyera”. Si pudieras atesorar todo el conocimiento sobre algo en toda su magnitud ¿Qué sería ello?

¡Vaya pregunta complicada! Si nos refiriésemos a la historia, por aquello de recrear una novela, te diría, sin dudarlo, que me encantaría conocer cada uno de los pasos de la gran epopeya de Aníbal Barca, desde tierras íberas hasta las puertas de la misma Roma. Se trata de algo muy subjetivo, por supuesto, pero se me ocurren pocas epopeyas mayores que esta a lo largo de la historia; quizá, la protagonizada por el gran Alejandro, aunque como personaje me quedo con el mayor de los hijos de Amílcar Barca. Ahora, poniéndome serio, y si vamos más allá de lo literario, creo que, como a muchos, me encantaría que de alguna manera se pudiera conseguir dar respuesta a una enfermedad tan terrible como es el cáncer.

En Lordemano nos adelantas una historia con la siguiente frase: “solo un vikingo puede ser libre más allá de sus fronteras”. Jugando con tus propias palabras, si un escritor libera su imaginación a través de una pluma, ¿Cuándo te sientes libre más allá de tus libros?

Es muy cierto que en los libros es posible encontrar una enorme libertad, bien dejando volar la imaginación entre sus páginas, bien creando historias que plasmar en ellas.

Durante este tiempo he comprendido que el oficio de escritor es algo que jamás te abandona, aunque no te dediques a él en exclusiva, pues tu mente nunca deja de tejer opciones, tramas, de plantear preguntas que te asaltan en el momento menos pensado en busca de respuesta: en la playa, practicando deporte, en el cine o en el instante en el que el sueño comienza a vencerte. Y esta me parece una sensación maravillosa; así que, mientras pueda, seguiré sintiéndome esclavo de mis libros, de mi pasión.

Si todavía queda alguien que se pregunte por que a José Zoilo le califican como uno de los mejores novelistas del género histórico en la actualidad, le recomiendo que lea sus libros, pero si de verdad quieres saber por qué algunas personas triunfan en la vida, entonces os recomiendo que le escuchéis en cuanto tengáis ocasión ¡Muchas gracias José!