Tras la publicación de su primera novela «Morir no es lo que más duele», Inés Plana se convirtió en una de las sorpresas literarias de 2018, y ahora presenta «Antes mueren los que no aman» una novela que se aleja de los cánones estándar de la novela negra creando con maestría un escenario donde el bien y el mal se enfrentan en una lucha tan dura como necesaria.

 

Comienzas tus novelas de manera brutal…

«Fue un hachazo que parecía caído del cielo a traición, para clavarse profundamente en la tierra y provocar un abismo entre las gentes y sus esperanzas».

Así empieza «Antes mueren los que no aman«

Quizá es lo que me pedían las dos historias, esa terrible pesadilla que persigue a Sara en sus sueños en mi primera novela, “Morir no es lo que más duele”, y la muerte fatal de una funcionaria de la Seguridad Social con la que comienza “Antes mueren los que no aman”. Cada historia tiene varios comienzos posibles en el momento de iniciarla, cuando ya se tiene clara la base de la trama, y yo siempre intento elegir la que creo que encaja mejor con lo que quiero contar, sin buscar efectos ni artificios, sólo escuchando lo que me dicta la novela, que siempre digo que es un “ser vivo” . Debo estar atenta a sus sugerencias y también a sus advertencias, pues durante el proceso de escritura es fácil equivocar el camino y hay que regresar al punto de partida para variar el rumbo y probar por otra senda. Es toda una aventura, pero siempre excitante.

¿Comenzaste a escribir esta novela antes de acabar la primera?

No, eso me resultaría imposible. Ya cuesta mucho esfuerzo escribir una historia para tener la osadía de empezar otra al mismo tiempo. Lo que sí ocurrió es que, finalizando ya la primera, comenzaron a entrar en mi mente algunas ideas de la segunda. Cuando la editorial Espasa me dio la gran noticia de que iba a publicar “Morir no es lo que más duele”, al poco tiempo empecé a escribir “Antes mueren los que no aman” y, dos años y medio después, aquí está. Es un sueño, un reto con el que he disfrutado tanto que a veces debería pellizcarme para constatar que es real.

Tras el éxito de “Morir no es lo que más duele” ¿existe cierta presión para la segunda?

Por parte de Espasa no he tenido la más mínima presión y eso se lo he agradecido muchísimo a la directora, Ana Rosa Semprún. Han sido muy generosos con mis tiempos. Durante el proceso de escritura de mi nueva novela la única presión que he sentido es la mía propia, la de luchar contra todos los elementos –la técnica, el lenguaje, la estructura– para sacar adelante la historia que yo he querido contar.

«Me atrae y me interesa mucho seguir la trayectoria vital y profesional del teniente de la Guardia Civil Julián Tresser. Quiero que evolucione y evolucionar yo con él como escritora…»

Has evitado hacer trilogía, que está de moda, y presentas una novela de lectura independiente pero con el mismo protagonista. ¿Motivo?

Me atrae y me interesa mucho seguir la trayectoria vital y profesional del teniente de la Guardia Civil Julián Tresser. Quiero que evolucione y evolucionar yo con él como escritora, por eso he querido que cada una de las dos novelas tengan vida propia por sí mismas, sin que se retroalimenten una de la otra o de una tercera. En “Antes mueren los que no aman” hay personajes nuevos pero también algunos de los que acompañaron la vida del teniente en la primera, aunque las circunstancias de todos han cambiado y eso les hace también diferentes. Me gusta intentar que cada novela sea muy distinta a la que le precede.

Tus personajes llegan para quedarse con el lector…

El trabajo intenso con los personajes es quizá para mí el gran reto al escribir. Cuando publiqué “Morir no es lo que más duele” me produjo mucha alegría leer en algunas reseñas que, en la historia que yo había contado, lo de menos era el crimen y el acierto eran los personajes. Me sentí muy recompensada por el esfuerzo, aunque ese esfuerzo va en el equipaje del autor y tampoco me gusta magnificarlo. Lo importante es que los lectores conecten con las vidas que invento, que vibren con ellas, que las juzguen si quieren, que les sorprendan, que se pongan en su piel y fantaseen con qué hubieran hecho ellos en la misma situación, porque esas vidas inventadas ya les pertenecen cuando se publica el libro. Es esa maravillosa relación mágica que se produce entre el autor y el lector en cada novela.

¿Y si llegan críticas duras?

Pues no me quedará más remedio que asumirlas, aunque provoquen dolor, pero no puedes gustarle a todo el mundo. Si la crítica está hecha con respeto y con criterio, sería estúpido no aprovechar el consejo. Afortunadamente, la mayoría de las críticas de “Morir no es lo que más duele” fueron buenas y eso me dio mucha fuerza para abordar “Antes mueren los que no aman”, pero siempre hay que estar preparado para que a alguien no le guste tu historia y hay que aceptarlo con humildad.

Hay una crítica dura hacia la sociedad en cada una de tus tramas, la literatura es una herramienta fundamental para la denuncia.

Por supuesto que lo es, una herramienta poderosa que hay que aprovechar. La realidad no suele ser amable y la novela negra es perfecta para mostrar las sombras y las zonas más oscuras de la condición humana. Como escritora exploro la realidad para cuestionarla, no para bendecirla. En “Antes mueren los que no aman”, el teniente Tresser se enfrenta a aspectos de la realidad en los que él no había reparado, a pesar de la dureza de su profesión de Guardia Civil. Los tenía tan normalizados, como sucede tantas veces, que sólo interioriza su crueldad y se da cuenta de la verdadera dimensión de esa realidad cuando comienza la búsqueda  de Luba, la niña desaparecida dos años atrás.

Luba, personaje infantil de «Antes mueren los que no aman», duele, Inés, Luba duele mucho.

Duele profundamente, lo sé, pero es una superviviente aunque esté tan desamparada en su huida sin rumbo, sola, sin abrigo y en pleno invierno. No puede imaginar que el teniente Tresser la está buscando desesperadamente y que eso representa la oportunidad de ser salvada del infierno de donde procede. Es un personaje de dolor, pero con la luz de la esperanza revoloteando a su alrededor.

«Las mujeres nunca hemos sido el sexo debil, pero la historia nos ha arrinconado en ese lugar durante siglos y es ahora cuando estamos abandonando esa gruta imaginaria»

Tresser evoluciona de manera sorprendente de una novela a otra, aprendiste mucho de tu ópera prima.

El aprendizaje de “Morir no es lo que más duele” me ha permitido abordar mi segunda novela con la ambición de atreverme con más tramas, todas conectadas entre sí pero donde los personajes de cada una son protagonistas de su propia historia. Ese aprendizaje que he intentado aplicar a “Antes mueren los que no aman” me ha permitido también esa gran evolución del teniente Tresser, que siendo el mismo, es también muy diferente de cómo lo mostré en mi primera novela. No sólo tendrá que aprender a ceder si quiere retener a Adelaida, la mujer de la que está enamorado, sino que también y sobre todo va a demostrarse a sí mismo que es capaz de esa gran prueba de amor que es buscar a una niña a la que no conoce pero que la siente tan suya que está dispuesto a hacerse cargo de ella cuando la encuentre, aunque tenga la certeza de que el estado emocional de la niña estará roto en mil pedazos.

Y tenemos una mujer mala, villanas en la literatura.

Durante décadas, tanto en el cine como en la literatura han abundado los arquetipos de mujeres a las que se solía retratar en dos extremos únicos: o el de la madre y esposa abnegada o el de la “femme fatal”, maléfica y tóxica para los hombres. O éramos buenísimas o éramos malísimas. Ésa nunca ha sido la realidad, aunque acabáramos acostumbrándonos al cliché. Ha sido en los últimos años cuando se han empezado a cuestionar esos papeles femeninos tan tópicos e injustos. En “Antes mueren los que no aman”, el personaje de Noelia es realmente malvado, sí, pero su entorno es tan profundamente machista y atroz que ha aprendido a usarlo a su favor y a defenderlo como el único mundo posible. Es consciente de que ha perdido su dignidad por el camino, pero ella está convencida de que le compensa. Serán los lectores los que juzguen si realmente es así.

Grandes mujeres en tu nueva obra, no somos el sexo débil.

Nunca lo hemos sido, pero la historia nos ha arrinconado en ese lugar durante siglos y es ahora cuando estamos abandonando esa gruta imaginaria en la que nos habían confinado y estamos conquistando nuestro espacio en la sociedad, aunque con mucho esfuerzo y a una velocidad realmente lenta. A través de algunos personajes femeninos, aunque no todos, he querido plasmar en mi novela esa nueva mujer que reivindicamos, la que todas queremos ser, la mujer independiente y dueña de su destino, que prioriza su proyecto vital y profesional sobre los roles tradicionales que se le han adjudicado. Las nuevas generaciones, las chicas de hoy, parece que cada vez tienen más claro que quieren que sea así y eso es muy ilusionante.

¿Qué esperas de esta novela?

Posiblemente lo mismo que espera un autor, autora en mi caso, cuando publica una obra: que los lectores disfruten con la historia y que sientan que quien la ha escrito ha dado en cada línea lo mejor de sí mismo, con ilusión, pasión y respeto. Hay muchos autores que me hacen feliz con sus historias y a mí me gustaría que me pasara lo mismo con quienes me leen.

Empieza la cuenta atrás hacia el 19 de septiembre, el día que tu nueva obra copara todas las estanterías

Es difícil publicar, por lo que me siento una privilegiada por tener a una editorial tan importante como Espasa que promocione mi novela. Ese momento en el que llega a las librerías es muy especial, intenso, emocionante, yo lo vivo así, con mucho entusiasmo y mucha responsabilidad. Llevo días que duermo mal, se me rompe el sueño varias veces durante la noche y estoy segura de que eso se debe a la excitación de publicar mi novela y al deseo de que mi historia llegue a muchos lectores, como sucedió con “Morir no es lo que más duele”. Me gustaría que se repitiera esa magia maravillosa.