Fotografía Cristina Abril
Poca gente habría podido prever que en 2019 comer sano estaría de moda. Una gran parte de la culpa la tienen el movimiento Realfooding y su creador Carlos Ríos, que han san sabido ocupar un espacio huérfano de información y certezas nutricionales a través de su herramienta más efectiva: las redes sociales. Ríos (Huelva, 1991) acumula más de 700 mil seguidores en Instagram, a los que ha conseguido convencer para que mejoren su alimentación a través de lo que denomina comida real. “Alimentos que son el propio ingrediente, como por ejemplo unos garbanzos, unas sardinas o unas avellanas. Esa es la comida real, la mínimamente procesada”, aclara.
Nutricionista de formación, Ríos denuncia el entorno abarrotado de productos ultraprocesados que nos rodea y la falta de políticas efectivas para revertir los problemas derivados de su consumo regular. Hablamos de afecciones como la enfermedad cardiovascular, la diabetes tipo 2, algunos tipos de cánceres y enfermedades mentales. “Estas enfermedades no aparecen de forma aguda como una enfermedad infecciosa, sino que aparecen de forma crónica, a largo plazo”, avisa Ríos.
En este sentido, un informe de la Fundación MAPFRE estima que la diabetes tipo 2 impone una carga económica para España de 19.908,661 millones de euros anuales, de los cuales el 64,8% podría ahorrarse mediante cambios en estilo de vida. A pesar de que la alimentación está lejos de ser objeto de debate en la campaña electoral, la comunidad realfooder continúa creciendo cada día con más personas que se resisten a someter su alimentación a la voluntad de la industria. Ahora, la publicación del primer libro de Carlos Ríos, “Come Comida, Real”, suma un nuevo valor en la lucha contra la crisis alimenticia de nuestro tiempo.

 

¿Somos conscientes de lo que comemos?

El objetivo del libro es despertar la conciencia de algo que hacemos el 100% de la población diariamente, que es comer, y además varias veces al día. En este acto tan arbitrario y rutinario que llevamos hay que pararse y ser conscientes de qué efectos tiene en mi cuerpo eso que voy a consumir. Lo que vemos es que la población come diariamente productos sin saber que no son saludables y sin saber las consecuencias que tiene su consumo a largo plazo. Por lo tanto, el objetivo es decirle a la gente que tome conciencia de su alimentación para poder hacer elecciones más saludables para uno mismo.

 

¿En qué consiste el movimiento Realfooding y cómo sería una dieta saludable?

El objetivo del Realfooding es despertar la conciencia de la población, es decir, reivindicar el derecho a la alimentación saludable y luchar contra los ultraprocesados. Solo luchando contra ellos podremos mejorar también nuestra alimentación. Digamos que no es solo lo que comes, sino lo que dejas de comer. Entonces, yo definiría la alimentación saludable como aquella basada en los productos mínimamente procesados, por lo menos en un 90%, priorizando los productos de origen vegetal en un 50%, es decir, fruta, verduras, hortalizas, frutos secos, legumbres… Luego complementándolos con alimentos ricos en hidratos de carbono como los cereales integrales y tubérculos, y alimentos de origen animal como los lácteos no procesados, las carnes, los pescados, los huevos, los aceites vírgenes, etc. Esto es lo que debería ser nuestra alimentación en su gran patrón, lo que debemos tomar de forma diaria.

«El objetivo del Realfooding es reivindicar el derecho a la alimentación saludable y luchar contra los ultraprocesados. Solo luchando contra ellos podremos mejorar también nuestra alimentación»

Una de las bases del movimiento Realfooding es la lucha contra los ultraprocesados ¿En qué consisten estos productos?

Los ultraprocesados son productos comestibles creados a partir de mezclas de ingredientes. Estos ingredientes han sufrido una serie de procesamientos que hacen que al final el producto no sea saludable. ¿Por qué? Porque vienen con azúcares añadidos, aceites y harinas refinadas, aditivos y sal. Y el conjunto de estos ingredientes hace que sean productos no saludables, muy calóricos y con propiedades casi adictivas que hacen que al final la población los consuma de forma abusiva. Ese producto ultraprocesado no lleva ningún ingrediente entero. No lleva ningún producto de lo que sería comida real, es decir, los alimentos que son el propio ingrediente como por ejemplo unos garbanzos, unas sardinas o unas avellanas. Esa es la comida real, la mínimamente procesada.

 

¿Cuáles son las consecuencias últimas del consumo de ultraprocesados?

Sobre todo, el aumento del riesgo de sobrepeso y obesidad, pero no es solo el peso. De hecho, normalmente se hace mucho hincapié en campañas contra la obesidad y hay mucha población que no tiene obesidad ni sobrepeso y come fatal. Indistintamente hay un mayor riesgo de enfermedades como la enfermedad cardiovascular, que es la de mayor prevalencia como enfermedad en España, algunos tipos de cánceres, la diabetes tipo 2 y algunas enfermedades de tipo mental que están relacionadas con la mala alimentación. Todas estas enfermedades no aparecen de forma aguda como una enfermedad infecciosa, sino que aparecen de forma crónica, a largo plazo.

Lo que estamos viendo es que cada vez aparecen antes. Es decir, que si antes aparecían con 60 o 70 años, donde la edad también era un factor de riesgo, ahora aparecen con más prontitud. Con 30 o 40 años, e incluso en los niños con el tema de la epidemia de la obesidad infantil y la diabetes tipo 2 infantil que estamos viviendo.

 

Tu libro cita cientos de estudios que confirman el riesgo de consumir esta clase de productos. Sin embargo, parece que esta información no les llega a los consumidores. ¿A qué se debe el desconocimiento de la población?

Sobre todo se debe a que nuestro entorno ha cambiado radicalmente en muy pocos años, en unas cuantas décadas. Podemos estar viviendo y conviviendo con generaciones anteriores como las de nuestros padres o abuelos, que de jóvenes no vivían con la disponibilidad de estos ultraprocesados. Antaño no se necesitaba educar a las generaciones en la comida saludable porque era lo único que había. En las casas incluso se enseñaba a cocinar esta comida. En cambio ahora, nuestro entorno ha cambiado drásticamente porque los puntos de venta y el porcentaje de cuota de mercado de estos ultraprocesados ha crecido exponencialmente. Se han distribuido en nuestro entorno y han llegado a ser algo normal, muy disponible, accesible y con propiedades casi adictivitas.

A la gente se le presenta eso y no es consciente de que no es saludable. Esto tendrá que cambiar porque hay que alertar a la población de que deje de consumir estos productos y educar a las nuevas generaciones en qué es la comida saludable. Esto es así porque estamos en una transición alimentaria. Por poner un símil, antes no existían las redes sociales y ahora que existen hay que educar en el drástico cambio de su aparición. Pues lo mismo con la alimentación. Hay que educar a la gente en que estos productos que han aparecido no son saludables. Hay que saber detectarlos para poder evitarlos y comer comida real.

Tanto en el libro como en el movimiento Realfooding empleas el término Matrix para equiparar a la industria de los ultraprocesados con el estado de desconocimiento y engaño de la película homónima. ¿Cómo es el Matrix que denuncias?

Matrix no es una conspiración para matarnos, sino un negocio como cualquier otro que busca el beneficio económico y seguir creciendo. El problema es que la consecuencia de este negocio es que la gente consuma estos ultraprocesados con más frecuencia y en mayor cantidad, y por lo tanto aumente el riesgo de padecer estas enfermedades. Entonces, la industria de los ultraprocesados, como cualquier otro negocio, va a intentar hacer estos productos más accesibles y sabrosos. Incluso van a hacerte creer que son saludables y por tanto rozan un poco el engaño sutil, el engaño inconsciente e incluso el engaño directo. Te van a decir que estos ultraprocesados son saludables cuando no lo son.

Esto es bastante malo e indignante cuando van dirigidos a los niños que todavía no son ni siquiera conscientes de qué es bueno para su salud o no. Todas estas tácticas que utiliza la industria hay que sacarlas a luz para que nosotros también podamos actuar en contra de ellos o por lo menos en favor de nuestros intereses. Nuestro interés es la salud, el interés de esta industria no es la salud de la población, es simplemente su beneficio económico. Si el consumidor sale de Matrix tendrá un gran poder, porque empezará a destinar su dinero a la comida saludable y por lo tanto estas empresas tendrán que cambiar sus productos.

«La industria de los ultraprocesados va a intentar hacer estos productos más accesibles y sabrosos. Incluso van a hacerte creer que son saludables y por tanto rozan un poco el engaño sutil, el engaño inconsciente e incluso el engaño directo»

 

¿Cuál es su envergadura a nivel mundial?

Realmente es una de las industrias más potentes a nivel mundial en cuanto al dinero que mueve. Es la industria de la alimentación, algo común en todo el planeta y que cada vez va abordando nuevos sitios e incluso desplazando la comida tradicional de esos países. Si la dieta mediterránea era la que había aquí en España, ya no la hay. Y no es porque haya desaparecido esa dieta, sino porque se han introducido otros productos. Es decir, el problema de que desaparezca la dieta mediterránea es la introducción de estas grandes empresas en nuestro sistema alimentario y que con su poder económico cambien nuestra conducta alimentaria.

 

La industria generalmente afirma que no existen alimentos buenos y malos, sino dietas buenas y malas. ¿Es este mensaje una falacia?

La industria no quiere que los ultraprocesados se vean como algo malo, porque eso haría que sus ventas bajaran. Lo que dice es que hay dietas malas o buenas. Esto es absurdo porque si una dieta lleva productos saludables será una dieta saludable. Por lo tanto, para que sea saludable tiene que tener productos que sean buenos y no lo contrario.

Esto se hace un poco para alejar el punto de mira de los ultraprocesados y que la gente no deje de consumirlos. Claro que hay alimentos saludables y que son buenos, porque tienen componentes beneficios para nuestro cuerpo demostrados científicamente. Y claro que hay productos que tienen ingredientes que son insanos, que en este caso son los ultraprocesados y que la evidencia científica nos dice que están relacionados con una serie de enfermedades. Entonces, en el conjunto de tu alimentación, cuantos más ultraprocesados y menos comida real comas, vas a tener una alimentación peor y con mayor riesgo de tener enfermedades.

 

Otro punto que mencionas en el libro es la aparente dificultad de alimentarse con productos saludables. ¿Qué factores los dificultan?

Entre ellos está la falta de conciencia, conocimiento o información, es decir, la educación. No se previene, desde pequeños no te enseñan qué comida tienes que priorizar y cuál deberías dejar a un lado. Luego, el precio de los ultraprocesados es bastante más barato porque están hechos de ingredientes baratos, incluso son más rentables porque tienen una fecha de caducidad mucho mayor por los aditivos que les ponen. También están los puntos de venta.

Cuando vas andando por el aeropuerto la gran oferta es de ultraprocesados. Y si paras en una gasolinera lo que tienen son ultraprocesados. Son los productos ya listos para consumir, es decir, comida rápida o el comer de forma inmediata y ahorrarte la cocina. Eso hace que sea un punto a favor para que la gente elija los ultraprocesados. Pero es como todo, si tú quieres hacer ejercicio físico, tienes que dedicar tiempo a hacer ejercicio físico. Pues lo mismo, si quieres comer comida saludable tienes que dedicarle tiempo, y en este caso ponerte a cocinar.

Lo más importantes es tener conciencia al respecto. Cuando ya tienes esa prioridad, vas a ser el que busque comer comida real de forma rápida y barata. Pondrás herramientas y soluciones a estos obstáculos. Te las buscarás para coger ofertas de comida real, planificarte para dejártela disponible, cocinártela de la manera que quieras, de la forma más sabrosa… Es decir, le pondrás soluciones a estos obstáculos que hacen que mucha gente caiga en Matrix.

 

Según explicas en el libro, una parte de la culpa de la mala alimentación recae en instituciones públicas que estarían “infectadas” por la influencia de Matrix. Entre otras razones por seguir divulgando pautas obsoletas como la clásica pirámide de la alimentación.

Esa pirámide a lo mejor en su día pudo tener alguna utilidad, pero hoy ya no la tiene porque establece como jerarquía productos que son menos saludables que otros. Por ejemplo, sabemos que los alimentos vegetales como frutas, verduras y hortalizas tienen un poder protector más que los cereales. En la pirámide se ponen como base estos cereales y no debería ser así, deberían serlo los vegetales.

Y de nuevo nos encontramos con el problema de que la alimentación no ha sabido centrarse en el procesamiento que han tenido esos alimentos y en cómo impacta ese procesamiento en nuestra salud. Es decir, la pirámide de alimentación te va a recomendar lácteos. Vale, ¿pero qué lácteos? Porque en el mercado vas a encontrar lácteos azucarados con más de 20 gramos de azúcar. Eso no es saludable para ti. Por tanto, lo que no hacen estas pirámides es diferenciar cuál es el alimento saludable ni otras recomendaciones como en el tema de las calorías o los nutrientes. “Hay que tomar tal cantidad de calcio o no debes pasarte con las calorías…” Eso no te dice si vas a consumir alimentos saludables o insanos.

Por tanto, esa alimentación centrada en nutrientes y demás ha infectado un poco a la educación en las instituciones y eso se propagaba con las universidades o incluso en las campañas de alimentación. Está muy influida por la industria alimentaria, que se ha hecho también con el poder de decir qué es lo bueno en la nutrición. Y no debería ser esta industria alimentaria la que nos diga qué es lo que tenemos que comer, sino la evidencia científica más imparcial que demuestra cuáles son los alimentos saludables y cuáles no.

 

En el libro se critica la pasividad de la política hacia el aumento de las enfermedades asociadas al consumo de ultraprocesados. Teniendo en cuenta el inmenso coste para la sanidad pública que provoca la mala alimentación, ¿qué estrategia debería afrontar la política para mejorar la alimentación y la salud de la ciudadanía?

Claro, es una cosa que nos interesa a todos y que debería tener la relevancia comunicativa y mediática que se merece. No solo afecta a lo más importantes de la población, que es la salud, sino también a otra cosa muy importante que es la economía. Ambas cosas se ven mermadas por la epidemia de ultraprocesados y por tanto hay que poner remedios, no solo en el nivel individual sino también a nivel colectivo, y en este caso sería con políticas efectivas.

Y estas políticas efectivas no se están llevando a cabo. Se están realizando otras políticas que vienen a sustituir las que sí son efectivas. Es decir, son políticas que están influidas por una industria alimentaria que quiere protegerse de la caída en esas ventas. ¿Cuáles serían estas políticas más efectivas? Por ejemplo, educar en alimentación saludable desde pequeños en los colegios y disminuir la disponibilidad de ultraprocesados en nuestro entorno. Una de las cosas sería aumentar el precio con impuestos, por ejemplo en las bebidas azucaradas o en los productos ultraprocesados.

También el derecho a la información, a que cuando vayas a comprar un producto sepas si es saludable o no. En este caso sería con sellos de advertencia donde la gente pueda saber la cantidad de ingredientes, azúcar, calorías de aceite, y sal que lleva. En algunos países se está llevando ya a cabo y tiene mucha efectividad a la hora de cambiar la alimentación de la población. Incluso en sitios públicos como hospitales o colegios no deberían estar estos productos insanos y hoy en día sí lo están. Entonces, son medidas mucho más directas, mucho más drásticas que van a tardar más años porque hay intereses que no quieren que se lleven a cabo.

«¿Cuáles serían las políticas más efectivas? Por ejemplo educar en alimentación saludable desde pequeños en los colegios y disminuir la disponibilidad de ultraprocesados en nuestro entorno. Una de las cosas sería aumentar el precio con impuestos»

El “número de dos” de la lista del partido Ciudadanos por Madrid va a ser Marcos de Quinto, exvicepresidente de Coca-Cola. ¿Es un ejemplo de Matrix entrando en las instituciones?

Pues sí, además en mi libro menciono que la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición AECOSAN, los referentes en la salud de la alimentación a nivel español, estuvo también dirigida con la influencia de la industria alimentaria. Al final tenemos que tener en cuenta que el Ministerio de Agricultura, que es el que se encarga de toda la industria de la alimentación, choca con los intereses del Ministerio de Sanidad. ¿Por qué? Porque cuantas más ventas tengan las empresas de ultraprocesados, aunque vaya a crecer la industria, más va a empeorar la salud de la población. En el ejemplo de Matrix su poder llega hasta donde tiene control, es decir, los políticos.

Va a ser una lucha de intereses que yo personalmente creo que cambiará cuando vean cómo colapsa el sistema sanitario y casi no pueda ser público. El sistema sanitario público no aguantaría tal cantidad de gasto para cubrir y paliar estas enfermedades que van apareciendo con mayor prevalencia. No creo que se den soluciones ni que se actúe por la importancia de la salud, sino cuando se vea la importancia económica que tienen los ultraprocesados.