Lo primero que te aconsejaría sería probablemente viajar. Ya sabes que a tu padre le encanta eso de estar en la sala de espera de un aeropuerto con todo el mundo a su alcance por delante. Esperando la llegada al destino seleccionado para dejarse ir. Tanto le gusta que te lo recomienda a ti sin reparos. Creo que debes hacerlo de cualquier manera que se te ocurra. Con o sin. Enamorado o despechado. A todo trapo o con lo justo. Pero tienes que viajar. Hay que viajar. Siempre viajar. Pasea por otras ciudades. Absorbe su esencia. Inhala sus aromas. Disfruta. Debes viajar, hijo. Es una de las curas más efectivas para la estupidez humana que tanto detesta tu padre. Además, conocerás gente y sitios, te enriquecerás y vivirás. Que es de lo que se trata.

La vida es corta. Muy corta. Enormemente corta. Así que no te dejes nada en el tintero. Muévete. Pero, y esto es muy complicado de llevar a cabo, para moverte con soltura debes ser lo más ligero posible. Por lo tanto, no acumules muchos objetos. El único valor real de las cosas es el sentimental. Eso es para ti y para nadie más en absoluto. Así que guarda un reloj de tu viejo; algún objeto de culto que te recuerde algo bello, un retrato de tu madre, pero no quieras tenerlo todo, amasar más y más. Total ¿para qué? No hace falta querer tener cada día más como un tío Gilito cualquiera. Lo único que hay que amontonar son recuerdos. Deshecha lo que no te valga y recuerda. Guarda aquello que te recuerde lo que quieres recordar. Nada más.
Las arrugas que se acumulan en tu corazón son las cosas que no hiciste. No dejes que se arrugue demasiado. No le debas nunca, jamás, nada a nadie. Pero que nadie te deba nada tampoco. No te calles las cosas. Saca la mierda fuera y aprende a decir no. En el balance de la vida no tengas muchas muescas en el cañón de tu revólver. No te quedes con las ganas de hacer algo que te gusta por miedo o por el qué dirán. Pero no hagas daño a nadie. Paga tus deudas, siempre y sé fiel. Sé fiel a tus principios y valores. A tu familia, a tu pareja. Solo así podrás vivir tranquilo y dormir tranquilo por las noches. Parece una nimiedad pero tener la conciencia tranquila por las noches es algo muy importante, de lo que más, para vivir bien.
Nada hay más valioso que un buen amigo. No serán muchos. Desconfía del que diga que tiene miles de buenos amigos, será mentira. Los buenos amigos son escasos pero muy valiosos. Son tu gente. Llegará un momento en que tu familia, aunque esto haya a quien le moleste, será quien se parta la cara por ti en toda ocasión. Ese es el momento en que tus amigos se han convertido en tu familia. Cuando dudes, escribe. Cuando estés perdido, escribe. Cuando estés solo, escribe. Cuando llores, escribe. Cuando rías, escribe. Escribe siempre y escríbelo todo. Los problemas vistos negro sobre blanco en un papel son descifrables y, por lo tanto, más fáciles de resolver.
Aprende a hablar con las personas. Aprende idiomas para hablar más. Habla con todo el que se cruce en tu camino. Cada persona es un universo indescifrable y maravilloso que tiene algo que enseñarte. Aprende de ellos. De todos. Aprende también a escuchar. Tu historia se enriquecerá con la de los demás. Sé buena persona. Vive a gusto contigo mismo. Hazte feliz haciendo feliz al de al lado. Para, como te decía antes, poder dormir bien por las noches. Cocina para los demás. Sabes que tu padre disfrutaba como un enano organizando cenas en casa. Hazlo. Es una forma de darse a los demás. De hacerles felices. De ser felices. Aprende a comer, aprende a beber y aprende con quién hacerlo. Eso, que es tan difícil, es aprender a vivir, en definitiva.
Aprende a mirar. Teatro. Cine. Arte. Leer. Comprender. Aprender. Que nadie, ni yo tampoco, te diga lo que debes mirar. Lo que te ha de gustar. Lo que debe tener valor para ti. Pero aprende a mirarlo y admirarlo. Si te emociona es válido. Si  es bueno, y te gusta, es mejor. Aprende a mirar la vida a través de los clásicos. Ellos te enseñan a vivir. En «El club de los poetas muertos» el profesor Keating les da a sus alumnos la clave de la existencia que no es otra cosa que extraer todo el meollo a la vida. Los clásicos lo hicieron. Algunos. Búscalos y aprende. Ellos te enseñarán el camino. Pero ese camino lo has de transitar tú. Cada persona es única. Crea tu camino. Extrae todo el meollo a la vida, sí, y vive. Para extraer todo lo que la vida ofrece tienes que darte. Darte por entero. A quien lo merezca. Descifrar quién lo merece te llevará media vida, si no más.
Cuando te hagan daño, que te lo harán. Cáete. Pero levántate. Hay que aprender a caer. Lo que no significa que te acostumbres a ello. A lo que tienes que acostumbrarte es a levantarte cada vez que caigas. Y aprende una lección de cada caída. Ese es el truco. El único para ser cada día más sabio. Si de cada error aprendes algo aprenderás mucho, casi todo. Tendrás un máster en mundología, como lo llamo yo. No tengas miedo a equivocarte. Tu madre y yo estaremos siempre que podamos para levantarte en el camino y explicarte la lección que debes sacar en claro del tropiezo. Pero descarta el miedo. Nunca es una opción tener miedo. Así que no seas cobarde. El cobarde muere muchas veces, tantas como las que el miedo asoma; mientras el valiente solo cuando llega su hora. Si eres valiente no te venderás. Por lo que, por favor, sé valiente.