Pedro Pablo Picazo (Sevilla, 1974) nació con la necesidad y la pasión por contar todo historias, algo a lo que se dedica profesionalmenente desde 1998, escribiendo desde guiones de cine hasta obras de teatro. De hecho, el próximo 16 de octubre estrena su obra Extafadas en el teatro Lara de Madrid.
Empezamos por lo fácil, ¿por qué te decidiste a ser escritor?
Pues empezamos mal, porque la verdad es que lo ignoro. No sé de qué me viene ni hay antecedentes familiares. Sí sé que es algo que tuve claro desde muy pequeñito, incluso recuerdo no saber aún juntar letras y jugar a que escribía historias en hojas que llenaba de rayas y líneas. Creo que eran historias de detectives, pero no recuerdo ninguna…
¿No es una profesión difícil, y más en España?
No sé si lo es más en España, pero sí que es difícil y mucho más en este momento, tras la crisis, o en la crisis, que no sé yo si aún la hemos superado. Además se ha sumado a que todo el mundo cultural se halla en una especie de fase de reconversión por decirlo así, sin que ni las editoriales, por ejemplo, sepan bien hacia qué modelo debe ir el sector en el futuro. En mi caso hay un problema añadido: yo no sólo llevo a cabo una carrera profesional, sino tres en paralelo, guionista, escritor y dramaturgo, y ninguna de ellas es sencilla, por lo que a veces me siento nadando en tres océanos distintos y todos ellos muy complejos.
«El mundo cultural se halla en una especie de fase de reconversión, sin que ni las editoriales, por ejemplo, sepan bien hacia qué modelo debe ir el sector en el futuro»
Entre tus múltiples caras de escritor, destaca la profesión de guionista, ¿qué significa ser guionista en España? ¿cómo es la vida de un guionista en nuestro país?
Como guionista he trabajado en casi todos los géneros y ámbitos posibles: ficción, animación, documentales, programas… Hace unos años fui seleccionado en un Laboratorio de SGAE de guiones por un proyecto de largometraje, en el que estuve trabajando junto al resto de mis compañeros asesorado por el guionista Albert Val y desde entonces estoy intentando enfocarme en el mundo del cine. Tengo un par de proyectos opcionados por productoras en busca de financiación y actualmente estoy trabajando con otra productora de Aragón desarrollando un guión de película y a la espera de que alguno de estos proyectos salga adelante. Si algo comparten tanto el mundo del guión, como el de la literatura y el teatro es que tienes que esperar mucho. ¡A veces siento que escribo más rápido de lo que tardan en leerse las cosas que escribo!
¿Qué diferencias existen con respecto a otros países?
En el caso del cine y comparando con Estados Unidos que no deja de ser la Meca de las películas, aunque nuestra cinematografía es muy pequeña en compasión, la gran diferencia creo que es la inversión. En nuestro país no se invierte en guiones, apenas hay ayudas de desarrollo y los productores medios apenas pueden sacar los proyectos adelante, así que o son guiones que se encuentran hechos que ya proceden de talleres de desarrollo o directamente de la mano del guionista o director, o producen historias a sabiendas de que quizás la historia necesite más trabajo, más vueltas, pero no se las dan porque no hay recursos o falta esa convicción de que un guion debe llegar muy trabajado a rodaje. Muchas veces he oído la expresión: “En España faltas buenos guiones/guionistas” pero yo opino que lo que falta son productores concienciados con que las historias no surgen espontáneamente, que necesitan trabajo, que todo el tiempo que se invierta en darles vueltas garantiza luego mejores resultados e incluso facilita la producción.
El próximo 16 de octubre se estrena Extafadas en el teatro Lara de Madrid, ¿cómo te sientes?
La verdad es que muy contento y orgulloso. La carrera de dramaturgo surgió casi por casualidad y a veces siento que se desarrolla sola: voy escribiendo textos, se representan, funcionan, me van pidiendo algunos nuevos, y con este estreno llega un punto de inflexión en el que por fin se estrena una obra larga y tengo muchas ganas y mucha curiosidad por verla montada para saber qué tal funciona con público. La verdad es que me siento muy emocionado y expectante.
«Si algo comparten tanto el mundo del guión, como el de la literatura y el teatro es que tienes que esperar mucho»
¿De qué trata Extafadas? ¿Qué es lo que querías contar o expresar con esta obra?
Es la historia de cuatro mujeres a las que ha engañado un hombre, un gigoló, que les hizo creer que las quería y les sacó dinero. Ahora las cuatro coinciden en la sala de espera del juicio antes de declarar y una les propone al resto un inesperado plan. A mí lo que más me interesaba era explorar un poco cómo se enfocan las relaciones amorosas hoy en día, qué esperamos, qué buscamos y qué logramos. Es un tema que suele salir en mis textos de teatro corto, de qué manera amamos actualmente, que es como decir de qué forma nos relacionamos.
¿Qué es lo que te inspiró a escribir este guion? ¿Trabajaste codo con codo con el director o es un proyecto personal?
Fue un proyecto de encargo. Cecilia Gessa, una de las actrices protagonistas y productora me propuso el punto de partida, cuatro mujeres engañadas y estafadas que coinciden en la sala de espera para declarar en el juicio. Me interesó, le mandé un posible desarrollo de cómo llevarlo, con mucha sorpresa, risas y muchos giros inesperados, le gustó, la escribí, y aquí estamos.
¿Con qué personaje te quedas? ¿Y con qué escena?
A veces pasa que hay personajes que salen solos, que piensas “¿qué diría esta chica en este momento?” y que parece hablarte al oído diciéndotelo. Eso me pasó con uno de ellos, el de Susi, una chica algo pija aunque con muchas sorpresas y capas. Pero ha sido una gozada escribirlas a todas ellas. Las escenas más divertidas de escribir fueron las primeras en las que las cuatro van entrando y reprochándose cosas del pasado que han compartido con su estafador. Me reí mucho con ellas.
¿Es difícil escribir comedia? ¿Por qué?
La comedia es de los géneros más difíciles que hay porque todos creemos saber qué hace gracia pero es muy difícil que a todos nos hagan gracia las mismas cosas. Es como contar un chiste, que parece fácil hacerlo pero luego hay que ser un gran humorista para que funcione ante un gran público. Cuando he tenido que escribir comedia he intentado que sea simple, directo, y siempre me fijo un objetivo, un modelo, pienso en alguien concreto que conozco a quien creo representativo del tipo de público al que va dirigido la historia e intento que lo que escribo le haga gracia a esa persona. Es un truco que empleo a menudo y hasta ahora me ha funcionado.
¿Algún género de escritura por el que tengas predilección?
A mi me gusta escribir en general, cuando más disfruto es ante el teclado pensado historias, pero si tuviera que elegir uno es escribir guiones de animación. Jamás me hubiera imaginado que fueran tan divertidos de hacer y tan llenos de posibilidades hasta que no escribí unos cuantos hace años para BRB Internacional.
«La comedia es de los géneros más difíciles que hay porque todos creemos saber qué hace gracia pero es muy difícil que a todos nos hagan gracia las mismas cosas»
Eres guionista de cine, televisión y teatro… ¿qué diferencias encuentras como guionista a la hora de crear tramas y personajes?
En el caso de los guiones ahora mismo hay que ser superexigente porque hay mucha competencia, hay muchas pantallas y el público ve ficción como nunca antes. Es una audiencia muy experimentada que ve venir los giros o las sorpresas en cuanto los planteas. Luego en el caso de España creo que hay que ser exigente pero además, baratito, conseguir hacer grande lo pequeño, o trabajar mucho el concepto para poder sacarle el máximo partido.
¿Algún personaje o trama que hayas escrito por el que tengas predilección?
Imposible elegir. Hay muchas historias de las que he escrito que me encantan, pero por decir un par de ellas recientes, hay una novela sobre un caballero medieval aún inédita que estoy deseando que vea la luz porque creo que es mi trabajo más completo. También hay un guión de largometraje que fue seleccionado en la V Convocatoria de Dama Ayuda y en el que he trabajado tutorizado por Alberto Marini, que es uno de los mejores guionistas europeos de la actualidad, un gran profesional, el resultado ha sido una historia muy original y diferente, muy imaginativa, aunque tiene el hándicap de que es un proyecto muy muy caro de producir. Y más en España.
¿Hasta qué punto te inspiras en tu vida para escribir?
A ver, por ejemplo mi última novela publicada “El escondite secreto del corazón de Aline”, (Red Apple, 2018) trata sobre una niña que descubre que se está convirtiendo en mueble. Evidentemente nunca me convertido en mueble, pero sí que trato que desde el punto emocional haya cosas mías en ella, en cómo es el proceso de crecer y de dejar atrás cosas para darte cuenta que debes seguir adelante con lo que tienes, sea bueno o malo, y que eso precisamente te hace ser quién eres. En el fondo es bueno recurrir a experiencias personales porque quieras o no las experiencias propias no son únicas, son compartidas por muchas personas y eso te hace también conectar con el público. Cuanto más personales sean las emociones que vuelcas más posibilidades de llegar a tus lectores o tu audiencia en general.
Dicen que todo buen escritor o guionista lleva consigo una libreta encima, ¿cómo es la tuya?
Bueno, yo llevo dos, o tres según la ocasión. Tengo una muy pequeñita que me sirve para las ideas, en una frase o dos resumo de lo que creo que puede ir la historia. Luego llego siempre una libretita más grande donde voy apuntando las ideas más desarrolladas: escaletas, principios de historias, giros, referencias… Cuando ya me decido a trabajar una historia en concreto suelo coger un cuaderno sólo para esa historia, y voy anotando todo lo que se me ocurre y por orden, por si en algún momento tengo que volver atrás y retomar desde un punto anterior. Y para estos cuadernos suelo hacer casting, eligiendo el que creo que tiene más que ver con la historia, por la portada, color, temática… manías de uno…
«Es bueno recurrir a experiencias personales porque quieras o no las experiencias propias no son únicas, son compartidas por muchas personas y eso te hace también conectar con el público»
¿Recuerdas cuándo escribiste tu primer relato? ¿Qué sentiste al terminarlo y presentarlo al público?
Recuerdo que el primer relato mío que publicaron fue allá por el año 1998. Lo presenté a un concurso, quedó finalista y se incluyó en una antología. Me invitaron a la presentación, llegué hasta la puerta pero no me atreví a entrar, ¡me daba mucha vergüenza tener que hablar de algo que había escrito! Cómo ha cambiado todo…
¿Cuál es tu obra dramática favorita? ¿Y una obra que recuerdes como catastrófica?
De mis textos teatrales creo que el favorito es “Rojo azafrán”, una obrita corta en la que dos hermanas deben decidir si se comen o no las últimas lentejas congeladas que les dejó su madre en la nevera. Es un texto que funcionó muy bien, se ha representado dos veces en Madrid y una en México y creo que en él conseguí un tono a caballo entre la comedia y el drama que fue muy difícil de lograr pero que salió al final. Y no creo tener ninguna obra catastrófica, también porque las suelo trabajar mucho, y si una no me convence la dejo en barbecho, la retomo con el tiempo con nuevas perspectivas y le doy las vueltas que hagan falta. Forma parte del trabajo. Hay historias que salen a la primera pero por lo general todas requieren de trabajo, trabajo y trabajo.
¿Qué le dirías a una persona que quiere dedicarse a este mundo?
Debería ser cauto y decirle: ¡no lo hagas! Pero si quiere hacerlo es que tiene dentro la semilla de contar historias, la necesidad, y en ese caso debe hacerlo y contar eso que se siente en la obligación de expresar. No es fácil, no es estable, pero si lo necesitas, adelante, escribe mucho y sé muy exigente contigo mismo, sé tu peor crítico.
¿Alguna anécdota que quieras compartir con nosotros?
Mi primera novela se tituló “Su Majestad el Rey de los Niños Zombis”, fue finalista del premio As de Picas y la publicó Vicerversa. La editorial me organizó una presentación en la Feria del Libro de Córdoba con varios colegios de niños. Los peques de uno de ellos acudieron disfrazados como Oscar, el protagonista de mi historia. Fue un momento muy emocionante cuando los vi entrar así vestidos. Poder compartir con todos aquellos niños la historia y que me preguntaran sobre ella es un recuerdo que guardo con mucho cariño. A uno de ellos no le gustó el principio de la historia, me dijo que le costó arrancar aunque luego se la leyó de un tirón, y ahora cada vez que escribo una novela me acuerdo de ese niño y trato de que esta vez si que no le cuesta nada empezar a leer la historia.
Y para terminar, defínete en una frase.
Bueno, a veces me siento como esos buscadores de oro del Oeste siempre a tras la pepita de oro más grande, pero en mi caso ando tras la mejor historia, la que más llegue al público, le emocione y quede en su memoria. Así que si te parece: “buscador de historias”.