He tenido el placer de asistir al acto de celebración del 2 de Mayo, fiesta de la Comunidad de Madrid, que ha tenido lugar en la sede del gobierno de la Comunidad, en la antigua Casa de Correos e, igual que yo, nadie se ha querido perder una reunión así.

El desfile de los miembros de las fuerzas armadas y de los distintos cuerpos de policía ha llenado la Puerta del Sol con todos las divisiones luciendo lo mejor de sí. Quien desgraciadamente no lucía para la ocasión son las calles que van de Cibeles a Sol, llenas de obras que hacían muy complicado el acceso. Después de hundir la línea 2 de metro han estado a punto de hundir el desfile. No lo han conseguido pero los madrileños no nos merecemos que las iniciativas privadas hagan del centro de la ciudad un lugar inmanejable para el peatón.

En cuanto ha terminado el desfile, la organización nos ha hecho pasar al patio interior de la antigua Casa de Correos, pero desde ya antes de entrar, para el observador interesado han pasado cosas, detalles, que ayudan a coger el pulso a la ciudad y, sobre todo, a sus políticos.
Ignacio Aguado debe estar contento con el baño de multitudes que se ha dado antes de entrar al cóctel. Con cánticos de Presidente, Presidente, apenas ha podido recorrer los 10 metros que separaban el graderío instalado para la ocasión hasta la entrada, donde la otra líder de Ciudadanos en la ciudad, Begoña Villacís, hacía por acceder a pesar de su avanzado estado de gestación.

Una vez dentro, y dejando en el tintero algunos de los temas de conversación más candentes en esta primavera electoral, los invitados han podido charlar distendidamente. Muchas fotos le han pedido a Ángel Gabilondo, siempre un poco parado en este tipo de actos, -lo suyo es la política tranquila-. Menos fotos le han pedido a Manuela Carmena, nuestra Alcaldesa que, en cambio, parecía disfrutar muchísimo de la recepción charlando con alguno de los galardonados con las encomimendas de la Orden de la Cruz del 2 de Mayo.
Una de estos ganadores ha sido Samantha Vallejo-Nájera, conocida chef televisiva. La última vez que coincidí con ella en un evento así yo estaba trabajando en su catering. No voy a negar que me ha subido la moral el cambio. Un catering, por cierto, que me brindó una de mis primeras oportunidades laborales y en el que siempre me trataron de lujo.
Sorprendió también el premio a la jovencísima poeta Elvira Sastre. Después de ganar el Seix Barral, el galardón más importante de la tierra donde nació. Va a tener que trabajar mucho para seguir a la altura. Parece que hay muchas esperanzas puestas en ella en el mundo cultural.

Y, cómo no, no podía faltar en un acto así la nueva política. Los números 2 y 3 de Vox, Ortega Smith y Espinosa de los Monteros, acompañados por la candidata por Madrid, Rocío Monasterio, hicieron acto de presencia y aglutinaron miradas y comentarios. Supieron hacerse ver presidiendo un corrillo de jóvenes militares que habían participado en el desfile. Como suele suceder en estos casos de partidos agitadores, en las distancias cortas no queda mucho de aquel Ortega Smith que salió tras las elecciones a la Plaza Margaret Thatcher, o del Espinosa de los Monteros de la parábola del buen protector. Todavía no se si es algo tranquilizador o preocupante este desdoblamiento de personalidad.
Después de charlar un rato sobre las vicisitudes de ser freelance con María Rosa Jordán, de la ACPI, una vieja amiga de la familia, de aplicarme con el delicioso salmón que sacaron y con un par de las incontables cervezas que se sirvieron (el poder debe dar sed) y de apuntalar un par de ideas sobre el futuro de la Comunidad que ya comentaré aquí cuando se aproximen las autonómicas y las municipales, ya estaba listo para irme.

Madrid es una ciudad que acoge a todo el mundo, que no se mete con nadie. Al salir a la Puerta del Sol, abandona uno el ambiente del poder castizo y se lanza a la calle donde turistas, inmigrantes y jóvenes se convierten en los protagonistas. Tres de las claves