Seguimos con nuestra pequeña panorámica de elecciones polémicas y llegamos a 1824: un sólo partido político, pero cuatro candidatos. 

En 1820, los estadounidenses habían celebrado unas atípicas elecciones presidenciales: nadie disputó al Presidente James Monroe su reelección. Únicamente George Washington se había disfrutado de la condición de candidato de consenso, al que nadie aspiró a derrotar en las dos primeras elecciones del país. Como contamos, su sucesor, John Adams resultó elegido en 1796, por 3 votos de diferencia respecto a Thomas Jefferson.

Desde aquel año, dos facciones políticas, los federalistas y los demócratas-republicanos, más conocidos como antiguo partido demócrata, se habían disputado ferozmente todas las elecciones y aunque las legislativas caían de uno u otro lado, desde 1796, los federalistas habían sido incapaces de ganar una elección Presidencial.

La Casa Blanca había pasado de Thomas Jefferson a su Secretario de Estado, número 2º de facto, del Gobierno estadounidense, James Madison. Siguiendo la tradición de su antecesor, iniciada por Washington, Madison se retiró tras cumplir dos mandatos, hallando un sucesor continuista en las elecciones de 1816: su propio Secretario de Estado, James Monroe.

«En 1820, los estadounidenses habían celebrado unas atípicas elecciones presidenciales: nadie disputó al Presidente James Monroe su reelección»

Contra lo esperable, el primer mandato de Monroe no había sido ninguna balsa de aceite. El fin de las Guerras Napoleónicas y el nuevo contexto europeo afectaron severamente a las relaciones comerciales con el Viejo Continente. La segunda guerra contra los ingleses, librada bajo el mandato de Madison no había ayudado. Por hacernos una idea, en 1814, tropas británicas saquearon Washington D.C. incendiando la ciudad. La Casa Blanca no se salvó de la quema.

Estos y otros problemas llevaron al Pánico de 1819: la crisis económica más severa conocida por el país desde su independencia. Entonces ¿por qué nadie disputó a Monroe su reelección?

James Monroe

Desde hacía varios años los federalistas atravesaban una profunda crisis interna que culminaría con diversas escisiones y la desaparición/refundación del partido. Su espacio electoral lo ocuparían los Whigs. Por otro lado, Monroe era en efecto un hombre de grandes virtudes diplomáticas que había sabido trabajar con todas las facciones políticas. Desde 1817, la posibilidad de que Monroe fuera un candidato de consenso estaba en el aire. De ahí que el periodo desde ese año hasta 1825 se conozca como The Era of the Good Feelings o la Era de los Buenos Sentimientos.

No obstante, en mi opinión fue clave que desde la Independencia, la política estaba monopolizada por las clases altas y medio-altas, así como las élites intelectuales. Recordemos que a día de hoy EE.UU. no tiene sufragio universal, sino censatario. Ahora bien, hoy para votar simplemente debes ir e inscribirte en el censo de la elección correspondiente. Históricamente, había que ser varón, blanco, en algunos Estados ser protestante, o no judío (Maryland, hasta 1828) y acreditar cierto número de propiedades o ingresos. Ergo, las clases bajas quedaban excluidas de la base electoral. Además, el Presidente era elegido por el Colegio Electoral cuyos integrantes elegían las Asambleas de los Estados.

«hoy para votar simplemente debes ir e inscribirte en el censo de la elección correspondiente. Históricamente, había que ser varón, blanco, en algunos Estados ser protestante, o no judío (Maryland, hasta 1828) y acreditar cierto número de propiedades o ingresos»

Hacia principios del S XIX la gran batalla progresista-conservador se resumía en: ¿Dejamos que los votantes elijan directamente a los delegados del Colegio Electoral? ¿Quitamos o mantenemos requisitos para registrarse en el censo? Nos referimos a quitarlos sólo para los hombres. A nivel nacional, las mujeres tendrían que esperar a 1920 y muy pocos Estados reconocieron internamente este derecho político esencial antes de que acabara el S XIX.

En general, el requisito religioso se diluyó en pocas décadas. El racial en cambio empeoró, perdiendo los negros su derecho a voto en Estados septentrionales no esclavistas como Pennsylvania.

En general, los Demócrata-Republicanos eran partidarios de disminuir las exigencias económicas para el voto, aunque era muy, muy prudentes. Por cierto, tales exigencias a menudo se mantuvieron de facto para los negros allí donde se abolió para los blancos.

En 1824, ya sólo seis Estados mantenían la elección indirecta de los delegados electorales. Ya todo el mundo asumía que la Era de los Buenos Sentimientos no sobreviviría a la presidencia de Monroe. Con los federalistas fuera de juego, en teoría un único partido, el demócrata-republicano monopolizaba la escena política, pero de un candidato presidencial de consenso no se volvería a repetir.

«la Era de los Buenos Sentimientos no sobreviviría a la presidencia de Monroe»

Internamente divido en corrientes ideológicas, cada vez más diferenciables e incluso antagónicas, por no hablar de las rivales personales, en las elecciones de 1824, el Partido Demócrata-Republicano fue incapaz de acordar un único candidato, de modo que cuatro hombres de sus filas se disputarían el puesto:

John Q. Adams (JQA) era en muchos sentidos un candidato perfecto. Primogénito del Presidente Adams, había acompañado a su padre por Europa desde niño, cuando se le envió allí a recabar apoyos durante la Guerra de la Independencia. Políglota y de gran inteligencia, JQA desempeñó diversos y exitosos cargos diplomáticos. Sirvió en el senado y se convirtió en Secretario de Estado de Monroe durante toda su presidencia. Adoptó toda una serie de medidas muy beneficiosas para el comercio, entre ellas fijar sistemas de cambios y medidas unificados para todo el país.

John Quincy Adams

Su gran éxito fue la teorización de la llamada Doctrina Monroe o defensa de política basada en “América para los Americanos. JQA consideraba que los europeos no debían entrometerse en EE.UU. ni en general en América. Como Secretario de Estado había impulsado el establecimiento de relaciones diplomáticas con diversas ex colonias españolas. Sin embargo, Adams era un hombre con escaso tirón popular. Se le percibía como demasiado culto y refinado. No ayudaba el carácter depresivo que había desarrollado tras perder a dos hermanos por alcoholismo, una hermana de cáncer de pecho y varios hijos.

«Adams era un hombre con escaso tirón popular. Se le percibía como demasiado culto y refinado. No ayudaba el carácter depresivo»

Andrew Jackson era en ese sentido el contrapunto de JQA. Héroe de la guerra de Florida era inmensamente popular entre las masas, pero para el partido y la élite política e intelectual era un candidato falto de las elementales cualificaciones para el cargo.

Su carácter era violento y terriblemente inestable. Había matado a hombres en peleas y mostraba una peligrosa habitualidad a batirse en duelos a muerte con pistola. La malaria –sífilis dicen las malas lenguas, o puede que ambas- y sus fiebres periódicas los dejaban en estados de confusión y paranoia perceptibles inclusos por sus seres queridos.

Su nivel cultural era bajísimo. Sus cartas muestran una elevadísima presencia de faltas de ortografía. Sus conocimientos legales o acerca del funcionamiento de la administración federal eran más bien pobres, pese a haber tomado algunas lecciones de derecho. Como masón tenía algunos amigos cultos, aunque tampoco aprovechó a estas amistades para hacerse autodidacta.

«Andrew Jackson … Héroe de la guerra de Florida era inmensamente popular entre las masas, pero para el partido y la élite política e intelectual era un candidato falto de las elementales cualificaciones para el cargo»

En un plano más puritano, Jackson se había casado con su esposa cuando estaba casada con otro hombre, un borracho que la maltrataba. Al hacer esto se había colocado en una situación ilegal de bigamia.

Andrew Jackson

 

JQA le propuso ser su vicepresidente, puesto con poco poder y que en aquella época vivía muy separado del Presidente y los Secretarios/Ministros. Jackson declinó.

Los otros dos candidatos fueron William H. Crawford, ex Secretario/Ministro del Tesoro con Monroe y el congresista Henry Clay.

Ninguno de ellos iba a ganar…