El pasado 12 de octubre se publicaron los resultados de las elecciones presidenciales de Tayikistán. Ante la indiferencia del mundo, Emomali Rahmon proclamó su quinta reelección con más del 90% de los votos, en unos comicios plagados de irregularidades, ausencia de garantías y observadores internacionales.
Las repúblicas ex soviéticas no han sido muy afortunadas. El colapso político-económico del sistema comunista forzó una transición abrupta e inconsistente al libre mercado y la democracia. A menudo, se ha favorecido la formación de oligopolios, en que unas pocas manos del viejo régimen controlan ahora un sector económico.
«Emomali Rahmon proclamó su quinta reelección con más del 90% de los votos, en unos comicios «
Políticamente, la tónica ha sido cambiar una dictadura por otra. Las antiguas jerarquías comunistas del lugar se limitaron a rebautizar el partido y la Presidencia del Soviet Supremo como Presidencia de la República.
Desde agosto, en Europa seguimos con preocupación los sucesos de Bielorrusia. Allí, Lukashenko, tras marginar a la cúpula moderada del Soviet, se hizo con el poder, democráticamente en 1994, pero ni su estilo ni su continuidad como mandatario pueden calificarse de democráticos. Por su parte Ucrania y Moldavia ejemplifican un tira y afloja entre las viejas élites soviéticas y las nuevas castas, todo ello trufado por la influencia rusa y una corrupción galopante.
No muy diferente es la situación de las ex repúblicas soviéticas en el Cáucaso. Allí, las élites comunistas ya han sido barridas, pero las tensiones étnicas y la falta desarrollo, o distribución de la riqueza en el caso de Azerbaiyán, afianzan gobiernos autoritarios, corruptos y algo inestables.
Si miramos el Asia Central, la zona de los “tan”, por cierto, este sufijo significa tierra o país, país de los uzbekos, los kazajos, los tayikos… En esos Estados las élites comunistas han permanecido invariablemente en el poder. Hay que tener en cuenta que ni bajo los zares ni bajo el comunismo estas regiones recibieron buen trato de Moscú. Siempre fueron ciudadanos de segunda, con poca inversión sanitaria y educativa. Buena muestra de ello son las tasas de analfabetismo registradas en el momento de su independencia y que no se han modificado sustancialmente desde entonces.
En Kazajistán y Uzbekistán sí hubo que modificar el nombre al partido y a las instituciones, pero ni siquiera hubo que buscar nuevo líder. Nazarbayev pasó de Presidente del Soviet Supremo de Kazajistán a Presidente de su República. Des de 1989 dirige el país. Es verdad que el año pasado dimitió de la Jefatura del Estado, pero mantiene otros muchos cargos, entre ellos la Presidencial del Consejo de Seguridad, órgano que controla a la policía y al ejército, de modo que este tirano octogenario sigue ejerciendondo el poder. El mismo caso y fecha de inicio tuvo la dictadura de Karimov en Uzbekistán, si bien él dejó el poder y este mundo en 2016 por razones de edad.
«En Kazajistán y Uzbekistán sí hubo que modificar el nombre al partido y a las instituciones, pero ni siquiera hubo que buscar nuevo líder»
Más temprana fue la muerte (2006) en el cargo del Presidente y ex Secretario General del Partido Comunista de Turkmenistán (1985-1991), Nyýazow. Allí, sin embargo, hubo que cambiar algunos nombres más, aparte de los político-institucionales. Durante su mandato los turkmenos hubieron de habituarse a que las palabras “pan” y “abril” estaban severamente prohibidas. Había que llamarlas como a la madre del dictador. Lo que Freud habría disfrutado… Además, los estudiantes turkmenos tuvieron en su plan de estudios memorizar su penoso libro de poemas, materia también obligatoria para permisos tales como el carnet de conducir.
Hasta cierto punto, Kirguizistán es la ex república de la zona que está mejor. En 2010 la Revolución de los Tulipanes expulsó del poder a los viejos jerarcas soviéticos. El país emprendió entonces una senda de democratización, aunque con muchas carencias dadas la pobreza y la falta de desarrollo.
Como contrapunto, Tayikistán soporta en sus espaldas la más sufrida historia de las repúblicas ex soviéticas. Bajo la URSS era la más pobre de sus integrantes. Encabezaba los peores índices en casi todas las materias. Tal vez por eso, el arraigo del comunismo en la región era escaso. En sí esto nada tenía de extraño en el Asia central. Para la mayoría de sus habitantes, el Partido Comunista eran los nuevos terratenientes, como antes habían sufrido a otros. La particularidad de Tayikistán estaba en la notable debilidad de que se aquejaban el aparato burocrático, policial y militar soviético, en comparación con las naciones vecinas.
«Tayikistán soporta en sus espaldas la más sufrida historia de las repúblicas ex soviéticas»
En los primeros años después de la independencia, las fuerzas de la oposición formaron un Frente Unido. En su seno se agrupaban partidos de corte liberal occidental y otros de corte más tradicionalista, islamistas moderados. Su objetivo era obtener una victoria aplastante en elecciones constituyentes para que los comunistas no se atrevieran a un pucherazo.
Ante las malas previsiones electorales, los comunistas, dirigidos entonces por Nabiyev empezaron a postergar indefinidamente las elecciones. Las tensiones fueron subiendo y en 1992 un alzamiento popular frustrado dio inicio a una larga guerra civil. En los primeros momentos parecía posible la derrota comunista. De hecho, el gobierno se vio obligado incluso a evacuar la capital, Dusambé.
En este contexto, el Soviet Supremo exigió la dimisión de Nabiyev como Presidente de la República. El partido eligió a Rahmon, quien desde entonces dirige el país.
Con apoyo externo de las dictaduras vecinas y Rusia, Rahmon fue recuperando el terreno perdido. Las tácticas de guerra se volvieron brutales, recurriéndose a maniobras de limpieza étnica contra grupos minoritarios como los pamiríes y gahrminíes. En 1997 la oposición aceptada unos Acuerdos de Paz ante la imposibilidad de proseguir la resistencia armada.
«Las tácticas de guerra se volvieron brutales, recurriéndose a maniobras de limpieza étnica contra grupos minoritarios como los pamiríes y gahrminíes»
Desde entonces, Rahmon jugó la carta de líder democrático y pacificador de un país destrozado por la guerra fratricida, o al menos lo intentó, ya que nadie le tomó muy en serio. Tampoco se ha creído que fueran limpias las elecciones que sucesivamente lo han reelegido como Presidente y en aplastante primera fuerza del parlamento a su Partido Democrático Popular de Tayikistán –cualquier parecido con el Partido Comunista de Tayikistán es pura coincidencia Nunca ha permitido investigaciones internacionales sobre la limpieza étnica de la guerra civil. No os sorprenderá que las evidencias de su responsabilidad personal sean abrumadoras. Por supuesto, los grupos y organizaciones pro DDHH están prohibidos en su Tayikistán.
Desde 2016 reformó la constitución para hacer posible su reelección ilimitada. Además ilegalizó al Partido Islámico del Renacimiento, con lo que la oposición cada vez se encuentra más marginada y perseguida. Había dudas si volvería a presentarse este 2020. A sus 68 años poco le faltó para cederle el puesto a un joven con excelentes dotes de mando que casualmente… es su propia hijo.