A principios de año, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) emitía un veredicto en relación al odio en redes sociales. Como toda decisión judicial, detrás tiene una historia y esta merece ser conocida. Pido de antemano perdón por el uso y abuso de las cursivas, pero la literalidad es importante.

Mangirdo Levickas y Pijaus Beizaras (23 y 24 años), son dos chicos lituanos enamorados. El 8 de diciembre de 2014 quisieron mostrar ante todos su felicidad y publicaron una fotografía, besándose, en su página de Facebook. La publicación se hizo viral y recibió alrededor de 800 comentarios con sugerencias como quemar, exterminar, colgar, golpear, castrar o matar. A ellos en particular y a los gais en general. «Pydarastus and lauzo…» (A la hoguera con esos maricones…) fue de los más liviano que se les dijo.

La pareja, junto a la asociación “Nacionalinė LGBT teisių organizacija” (LGL Association), solicitó la intervención de la fiscalía lituana.

Pero el fiscal consideró que los autores de los comentarios habían estado simplemente expresando su opinión, no tratando de incitar al odio contra las personas que se distinguían por su orientación sexual. Las autoridades, si bien reconocieron que algunos comentarios eran poco éticos, rechazaron intervenir. Consideraron que el comportamiento excéntrico (¿¡excéntrico!?) de la pareja había sido provocativo y que investigar lo acaecido sería una pérdida de tiempo y recursos. –Dicho de otra forma, la culpa la tienes tú por ser como eres, no  los odiadores, que son muy normales-.

La pareja, pese a todo, presentó denuncia y fue a juicio. El tribunal de la ciudad de Klaipėda consideró que deberían haber previsto que la foto no contribuía a la aceptación de los homosexuales por una sociedad que valora mucho la familia tradicional. El tribunal agregó que al optar por una imagen pública, no restringida a los amigos, la pareja intentó burlarse deliberadamente de las personas con diferentes puntos de vista y alentarlos a realizar comentarios negativos. –Ya se sabe: la culpa la tienes tú, que animas a que te hagan comentario negativos por besar a tu pareja-.

Podrían haberse rendido. Pero no. En agosto de 2015, LGL presentó en su nombre una petición ante el TEDH, alegando que, al no investigar el discurso de odio contra los solicitantes, el Estado violaba su derecho al respeto de la vida privada y a la prohibición general de toda forma de discriminación.

El TEDH fallaba a su favor el 14 de enero de 2020.

La sentencia confirmó que, al despreciar los comentarios, las autoridades no los protegieron, como era su derecho, de lo que solo podría describirse como llamadas no encubiertas a un ataque a su integridad física y mental. Consideró que los mensajes de odio se habían inspirado en una actitud intolerante hacia la comunidad homosexual en general y que la actitud despreciativa del propio Estado era responsable de esa intolerancia, al no cumplir con su obligación de investigar si esos comentarios constituían una incitación al odio y la violencia. Rebajar el peligro, como se hizo, equivalía a la aceptación oficial o incluso a la complicidad en crímenes de odio.

En conclusión, el TEDH considera que los estados están obligados a investigar y proteger de todo tipo de delitos de odio, incluido el que se produce en la red de redes, que no puede ser considerado libertad de expresión. (BEIZARAS AND LEVICKAS v. LITHUANIA)

La historia de Pius y Mangirdas es una historia de coraje que resulta especialmente relevante en los tiempos que corren cuando, como ha denunciado recientemente ILGA, el odio está creciendo por doquier. Y la pasividad, cuando no colaboración activa, de los Gobiernos hacia estas actitudes tiene un coste muy alto para las personas LGTBI+.

En España hace tiempo que comenzó a rebrotar el odio. Un odio que abarca casi todo el arco ideológico y que se ha enfocado, especialmente, en las personas trans (la agresión más reciente ha sido el ataque contra mujeres trans emanado de la Secretaría de Igualdad del PSOE) y en los gais.

Los gais. Seres en general imperfectos pero con posibilidades de mejora. Y a mejorarnos se aplican muchos y muchas. Unas proponiendo tratamientos para curarnos de nuestra «desviación». Otros apostando por formarnos para que seamos «buenos gais» porque, como es sabido, hay gais buenos y gais malos.

Lobby gay, gaycapitalistas, gaycracia, gaystapo y otros similares, son nombres para señalar  a los gais que no se portan -nos portamos- como está mandado o no son -somos- obedientes.

Sectores de la derecha nos describen como una apisonadora, que arrasa con todo lo que encuentra en cuanto a valores y sentido común se refiere. A lo que facciones de la izquierda añaden que el «lobby gay y sus acólitos» somos responsables de la «invisibilidad de la mujer como categoría». Textos de opinión, editoriales y demás, aportan los argumentos. Luego, las redes sociales recogen el ideario y difunden por cielo, mar y tierra la gayfobia.

«¿Por qué los gais celebran tanto el día de san Valentín, si lo suyo no es amor, es solo vicio?», tuiteaba el director de comunicación de Vox, Juan E. Pflüger; mientras desde el otro lado se postula que «Los homosexuales son hombres y, a veces, no quieren renunciar a sus privilegios». Sensación que comparte, entre otres, Lidia Falcón, quien concluye que «Si los gays ni siquiera nos desean, ¿para qué nos necesitan?».

La siembra de estos mimbres suele ser fecunda. Probad a escribir en cualquier buscador la palabra gay/maricón seguida de otra peyorativa y mirad los resultados:

  • Yo nunca dije que usted fuera gay y homosexual, dije que es marica, porque son los únicos que insultan a las mujeres
  • Primero me llamaron fascista, luego nazi, después racista y ahora comunista. Ya estoy esperando a que me digan maricón (que es, de lo malo, lo peor, ¿no?)

El  17 de mayo, la Guardia Civil publicaba un tuit:

¿#Sabes Que hoy es el Dia Internacional contra la #LGTBIfobia? Entre todos tenemos que acabar con los prejuicios que alimentan la #Homofobia, la #Transfobia y la #Bifobia

1 día de reivindicación, 365 de concienciación

al que respondían:

Reivindicar? Un colectivo al que le dan una paguita por ser maricón. Y yo por decir en una conversación que soy heterosexual ya se me discrimina. Y que conste que no soy homófobo, yo mismo tengo amigos maricones. (¿Amigos?)

Sí, la gayfobia es real y muy activa. En este mes de junio, el mes del Orgullo, es momento de recordar que la gayfobia mantiene nuestra estigmatización como colectivo al que se continúa llamando anormal, infeccioso, pederasta (hay quien opina que tenemos hijos por adopción o mediante gestación subrogada para abusar de menores), machista y agresor de mujeres (a las que ni siquiera deseamos), peligroso para los heterosexuales (en la ducha del vestuario no te agaches, que está el marica de la clase…), etc. etc.

En España, como en tantos otros lugares, no siempre se persigue el odio al gay. Es más, desde el poder se toleran, cuando no alimentan, algunas embestidas contra nosotros. Sobre todo contra los gais malos. Malos para los cánones de quienes dictan los patrones de conducta. Malos por ser insubordinados. Malos por ser malos.

Leer la sentencia del TEDH, leer que las preferencias de una mayoría social intolerante no son suficientes para justificar agresiones, sean de la intensidad o el tipo que sean, es esperanzador.

Ni besarse con tu pareja es un comportamiento excéntrico; ni ser gay es una decisión personal o un capricho -como dicen los que nos quieren curar-; ni el derecho a fundar la familia que uno decide -como hace la inmensa mayoría- es exigible para unos y censurable para otros; ni el tener pluma o ser gordo o tener o no tener un cuerpo diez son causas para señalar a nadie. A nadie.

Porque eso es odio.

Venga de donde venga y lo vistan como lo quieran vestir.

 #Orgullo2020

#Pride2020