Ayer Texas sufrió de nuevo el horror de una matanza. Después de dispararle a su abuela, un joven de 18 años irrumpió en una escuela primaria donde inició un tiroteo. Asesinó a 19 niños y dos profesores, dejando además numerosos heridos. Ahora mismo, siguen luchando por vivir en el hospital. Ojalá se recuperen pronto. ¿Tan permisiva es con las armas la constitución americana? La respuesta es compleja. Sí, la Segunda Enmienda establece que:
“Siendo necesaria una milicia bien organizada para la seguridad de un Estado libre, el derecho del Pueblo a poseer y portar armas no será infringido.”
Desde un punto de vista histórico, hemos de saber que los llamados padres fundadores no querían que Estados Unidos tuviera un ejército profesional. Hoy en día, esto casi suena a broma, pero tiene su explicación si analizamos el contexto de la revolución norteamericana.
«Ayer Texas sufrió de nuevo el horror de una matanza.»
Cuando se explican las causas que llevaron a las colonias inglesas en Norteamérica a rebelarse contra su metrópolis, sobre todo se enfatizan los elevados impuestos y su carencia de autonomía política. Ningún error hay en este análisis. Bajo la Corona de Inglaterra, los futuros estadounidenses pagaban más tributos que los habitantes de Gran Bretaña. Sus posibilidades comerciales se veían por la política mercantil de Londres. Obligados a respetar el monopolio inglés sobre ciertos productos, como el té (por eso el café se puso de moda), no podían proveerse de estos a través de países que ofrecieran un mejor precio. Tampoco podían comerciar con países con quienes Londres estuviera enemistado. Sus gobernadores eran nombrados por el gobierno inglés y no tenían derecho a elegir diputados en el Parlamento de Westminster, como sí podían hacer los ingleses.
Sin embargo, desde el punto de vista cotidiano, tuvo un peso no menor el alojamiento de tropas británicas durante varias décadas en suelo norteamericano. Las colonias americanas fueron escenario de varios conflictos bélicos, con el Reino de Francia, que entonces poseía colonias en Luisiana y Quebec. Albergar tropas significaba que los municipios debían pagar por ellas, bien con dinero, bien dando a los soldados alojamiento y manutención gratis. A esto hay que añadir frecuentes abusos de la soldadesca a las propiedades y mujeres del hogar que los acogía. La frecuencia de violaciones y robos se hacía doblemente hiriente ante las escasas condenas.
«los llamados padres fundadores no querían que Estados Unidos tuviera un ejército profesional»
Con tan penoso recuerdo en la memoria reciente, no es de extrañar que entre los padres fundadores de EE.UU. se rechazara la idea de cargar al ciudadano con el sostén de un ejército profesional. Además, muchos temían que un gobierno federal con un ejército permanente pudiese oprimir a los Estados con el mismo yugo que les había impuesto Jorge III.
Muchas más simpatías despertaban las milicias: ciudadanos entrenados militarmente a quienes se pudiera llamar rápidamente a filas en caso de necesidad. Antes incluso de que se aprobaran las primeras enmiendas constitucionales, el Presidente, Washington, ya tuvo que hacer uso de las milicias para sofocar la rebelión del whisky (1791), es decir, varios destiladores de alcohol de Pennsylvania se sublevaron para no pagar un impuesto sobre la fabricación de bebidas espirituosas, aprobado por el Congreso federal.
«el Presidente, Washington, ya tuvo que hacer uso de las milicias para sofocar la rebelión del whisky (1791)»
La necesidad acabaría forzando la llegada del ejército federal. Durante las Guerras Napoleónicas, los Presidentes, Jefferson y Madison, apostaron por el lado francés, lo que arrastró al país a una nueva guerra contra Inglaterra, que costaría a la joven república la humillante quema de Washington, Casa Blanca incluida (1812). Posteriores contiendas bélicas con la Florida española, nativos norteamericanos y la guerra contra México (1846-1848) acabaron normalizando la permanencia de cierto número de tropas.
Muchos juristas, entre ellos el antiguo juez conservador del Tribunal Supremo, Warren Burger, sostienen que en realidad nunca fue intención de los padres fundadores otorgar un derecho libre a la posesión y porte de armas sin condicionarlo a la defensa legalmente organizada de la seguridad colectiva del país. En otras palabras, la implantación de fuerzas armadas profesionales y cuerpos de policía dejarían sin fundamento el derecho a las armas. Incluso los hay que van más allá y sostienen que la constitución únicamente ampararía la tenencia de armas para ciudadanos alistados en una milicia debidamente organizada. ¿Y qué sería hoy día esa milicia sino el propio ejército?
«Muchos juristas […] sostienen que el derecho libre a la posesión y porte de armas se condiciona a la defensa legalmente organizada de la seguridad colectiva del país.»
La mayoría del Tribunal Supremo nunca ha secundado semejantes posturas. Por citar algunas sentencias emblemáticas:
- Caso Estados Unidos vs. Cruikshank (1875): no es sólo una de las más infames sentencias del Tribunal Supremo, sino quizás la más surrealista. En 1873 un grupo de ex soldados confederados, vinculados al Ku-Klux-Klan, asesinaron a más de sesenta afroamericanos que querían enrolarse a la milicia en el Estado de Luisiana.
Para desconcierto del sentido común, el Tribunal Supremo absolvió a los autores de la Masacre de Colfax del cargo de conspiración con el peregrino argumento de que la Segunda Enmienda “no tiene otro efecto aparte de restringir los poderes del gobierno para limitar la posesión de armas” pero no protegía a los particulares frente a otros particulares. Y añadió: “La Decimocuarta Enmienda prohíbe al Estado privar a una persona de la vida, la libertad o la propiedad, sin un juicio justo; pero nada añade de los derechos de un ciudadano frente a otro”.
- Caso Presser vs Illinois (1886): sí admitió la legitimidad de los poderes públicos a prevenir y desmantelar organizaciones de tipo paramilitar.
- Estados Unidos vs Miller (1939): amparó la constitucionalidad del Acta Nacional de Armas de Fuego (1934) que prohibía la posesión de armas de más de 18 pulgadas (45’72 cm). Paradójicamente, los defensores de las armas sostienen que esta sentencia les da la razón, pues permite poseer armas ordinarias – de menos de 45’72 cm.
- Distrito de Columbia vs Heller (2008): confirma la interpretación autónoma del derecho a portar armas, señalando que este no se encuentra subordinado a la pertenencia a una milicia, sino que cualquier estadounidense goza de derecho a las armas “para propósitos tradicionalmente acordes a la ley, como defensa propia dentro del hogar”. No obstante, la sentencia afirma que esto no es incompatible con regular el acceso a las armas.
- McDonald vs Ciudad de Chicago (2010): amplió aún más la protección constitucional al derecho a las armas, señalando que no deriva únicamente de la Segunda Enmienda, sino también de la Decimocuarta. Esto implica afirmar que el derecho a las armas subsistiría a la derogación de la Segunda Enmienda, ya que se encuentra entre las libertades naturales del ser humano, quien sólo mediante un juicio justo puede verse privado de este derecho por causas legítimas.
Además del aborto, este junio, la mayoría conservadora del Tribunal Supremo podría declarar inconstitucionales las leyes de Estados que, como Nueva York o California, prohíben llevar armas por la calle.
«el derecho a las armas, señalando que no deriva únicamente de la Segunda Enmienda, sino también de la Decimocuarta»
Desde un punto de vista social, en Estados Unidos hay más armas que habitantes. Tengamos en cuenta que apenas un 30% de la población posee armas, lo que significa que, si en un país de 331 millones de habitantes, hay cerca de 345 millones de armas, hay personas con auténticos arsenales en sus casas. Cuatro de cada diez hogares tienen o han tenido armas.
Pese a que el 70% de norteamericanos nunca ha tenido un arma, lo cierto es el 60% de la población se opone a cualquier regulación del acceso a las armas y sólo un 20% estaría dispuesto a aceptar una restricción de su uso como la europea.
«este junio, Tribunal Supremo podría declarar inconstitucionales las leyes de Estados que prohíben llevar armas por la calle»
El último año del que tenemos cifras cerradas por organismos oficiales del país es 2020. Sólo ese año, se estima que 22.000 personas murieron en el país a causa de las armas. Más de la mitad (54%) por suicidio y es que el fácil acceso a las armas a cualquier significa facilitar que personas con depresión se quiten la vida. Un 3% de los muertos lo fueron por accidente. El resto, un 43 %, unas 9.460 personas, fueron asesinadas.
Muchos países comparten esta tradición, incluso con arraigo mayor que en Estados Unidos. Las sociedades rurales y las de aquellos países sin ejército profesionalizado suelen presentar cuotas altas de población armada. Un buen ejemplo es Finlandia, donde hasta no hace tanto, se enseñaba a disparar a los chicos en las escuelas para que no llegaran al servicio militar sin saber apretar el gatillo. ¿Cuántas noticias de matanzas hemos oído en Finlandia? Pues eso. Allí, la posesión de armas se encuentra restringida al entrenamiento militar y, lo que es más importante, una persona no puede tener en casa cualquier tipo de armas. Las ametralladoras, fusiles de asaltos, granadas y munición explosiva no están permitidas.
«en Estados Unidos hay más armas que habitantes, aunque apenas un 30% de la población posee armas»
En cambio, en Estados Unidos, un país donde hay que esperar a los 21 para comprar o consumir alcohol, basta con cumplir 18 para comprar cualquier arma. ¿No hay restricciones de ninguna clase? Al margen de la prohibición de las 18 pulgadas y la prohibición en algunos Estados de portar armas fuera del domicilio, sólo existe la llamada ley Brady.
Esta norma encuentra su origen en el atentado sufrido por Reagan, apenas dos meses después de acceder al cargo. En 1981, el Presidente, Tim McCarthy, agente del Servicio Secreto, Thomas Delahanty, policía y James Brady, su secretario de prensa, fueron tiroteados por John Hinckley para impresionar a la actriz Joddie Foster. Como se imagina, Hinckley no estaba en sus cabales. De hecho, fue declarado no culpable e internado en un centro psiquiátrico.
«Al margen de la prohibición de las 18 pulgadas y la prohibición en algunos Estados de portar armas fuera del domicilio, sólo existe la llamada ley Brady»
Ninguna de sus víctimas murió, sin embargo, Brady perdió la movilidad en sus piernas. Desde entonces trató de concienciar a la opinión pública sobre la necesidad de regular el acceso a las armas. En 1991 el Congreso de los EE.UU. aprobó la ley que lleva su nombre. No es que esta norma suponga una gran restricción. Básicamente, obliga a comprobar los antecedentes penales y psiquiátricos de una persona, antes de venderle un arma, no pudiendo prologarse la espera más de 48 horas. Sin una orden judicial restringiendo expresamente el acceso a las armas, los antecedentes penales o psiquiátricos no vedan totalmente el acceso a las armas, sino sólo a algunos modelos. Además, varios Estados, entre ellos Texas permiten saltarse este trámite.
Hasta la fecha, únicamente Presidente Clinton consiguió convencer al Congreso para restringir la venta de armas. En 1993 se aprobó la prohibición a la venta de armas de asalto, como ametralladoras. Sin embargo, la prohibición expiraba en 2004, cuando no hubo mayoría en las cámaras para renovarla.
En resumen, la constitución deja margen más que suficiente para restringir las armas, pero las convicciones sociales y el lobby de las armas, encabezado por la fundación del rifle, bloquean cualquier regulación.