Mientras la era Trump toca a su fin por todo lo alto, los estadounidenses están haciendo un curso express de Derecho Constitucional, como nosotros cuando se aplicó el art. 115 o el pasado marzo el estado de alarma. Claro que cuando algo ocurre en un país con el peso global de EE.UU. el efecto contagio es automático.

Al menos podré decir aquello de yo empecé a leer derecho constitucional estadounidense antes de que se pusiera de moda.

Chistes malos aparte ¿qué es la Enmienda XXV? Se trata de una enmienda constitucional aprobada en 1967 y, entre otras cosas, concretó como se declara la incapacidad del Presidente.

Desde 1787, está escrito en el art.2.1 de la constitución de EE.UU que en caso de muerte o incapacidad el Vicepresidente (VP) asume sus funciones. Sin embargo, el texto era bastante impreciso. A pesar de que unas fiebres hicieron temer por la vida del Washington, lo que puso de manifiesto que la sucesión presidencial por muerte o incapacidad podía ser una realidad desde el primer hombre en ocupar el cargo, no se adoptó ninguna medida para aclarar el precepto.

«la Enmienda XXV …  concretó como se declara la incapacidad del Presidente»

Cuando en 1841, el Presidente William Harrison fallecía tras literalmente 30 días en el cargo, la mayor parte de las cuáles los pasó en cama por la neumonía que cogió al no usar un abrigo extra en el lluvioso día en que juró el cargo, pasaron dos cosas: se estableció el record hasta la fecha de la presidencia más breve y se abrió un debate acerca de los nuevos poderes del VP. Para muchos no debía convertirse en Presidente, sino en un perpetuo interino, con menos poderes y sin capacidad para hacer cambios en el gobierno heredado. Otros entendían que sencillamente el VP se convertía en Presidente. Finalmente el interesado, Mr. Tyler optó por la vía de los actos consumados y juró como Presidente sin que la discusión estuviera cerrada. Así se sentó el precedente que ha regido hasta nuestros días.

En 1919 Presidente Wilson sufrió dos apoplejías consecutivas, resultado de las que quedó postrado en la cama, con medio cuerpo paralizado. Durante varios meses apenas unas horas se encontraba al borde de la conciencia. Perdió el habla. Era el último año de su segundo mandato…

Desde luego la incapacidad por enfermedad, psíquica o física, a menudo es una cuestión dudosa, pero, el estado de Wilson en aquel momento tal vez sería uno de los casos más claros de un mandatario imposibilitado para sus funciones. ¿Y qué ocurrió? Pues como nadie sabía muy bien qué hacer, la mujer del Presidente tomó la iniciativa. Prácticamente, Mrs. Wilson se hizo cargo del despacho oval. Y no, ella no era, como se suele decir, una mujer muy política. Pero consideraba que dimitir sería devastador para su esposo y tampoco quería que agravaran su salud con estrés o disgustos. Ella decidió qué asuntos tenían prioridad en la agenda, de qué se informaba al Presidente y de qué no. Incluso, siempre con su permiso, falsificó su firma.

«EL ESTADO DE WILSON EN AQUEL MOMENTO TAL VEZ SERÍA UNO DE LOS CASOS MÁS CLAROS DE UN MANDATARIO IMPOSIBILITADO PARA SUS FUNCIONES. ¿Y QUÉ OCURRIÓ? … MRS. WILSON SE HIZO CARGO DEL DESPACHO OVAL»

Los diarios empezaron a llamarla despectivamente Madam President. Y en el gabinete no todos estaban contentos con la situación. Pensad que las mujeres no votarían en las presidenciales hasta 1920. Personalmente, simpatizo mucho con la actitud de Mrs. Wilson, pero lo cierto es que la constitución del país no establece que en caso de enfermedad del Presidente la Primera Dama asumía sus funciones.

Harto el Secretario de Estado, la segunda persona más poderosa del gobierno, convocó una reunión. Con el VP Marshall delante les leyó dos veces el art. 2 esperando alguna reacción… Pero Marshall dio la callada por respuesta. Le parecía desleal con Wilson tratar de robarle el cargo.

Durante la Presidencia del general Eisenhower (1953-1961) varias veces hubo de hacerse cargo de sus funciones su VP, Richard Nixon. Pese a su apariencia de hombre robusto, al sexagenario estadista, le pasó factura su compulsiva afición al tabaco, en forma de varios infartos. Aunque en esta ocasión todo transcurrió con naturalidad, en la primera convalecencia presidencial, Nixon contactó con el Fiscal General y jueces del Supremo para saber cómo había que oficializar el trámite, a lo que le respondieron que ni idea, ya que no estaba previsto. Finalmente, Eisenhower firmó un documento consintiendo en que Nixon ejerciera de acting President o Presidente en funciones, mientras se recuperaba. Esto se repitió en cada nueva convalecencia.

En 1967 los estadounidenses decidieron clarificar el traspaso temporal de poderes presidenciales al VP por incapacidad del Jefe de Estado. La Enmienda XXV contempla dos supuestos. El primero, que el propio Presidente comunique a las cámaras su incapacidad y que el VP ejercerá su poder durante unos días u horas. Oficializa así lo que hizo Eisenhower. En este sentido, la XXV se ha empleado varias veces desde su aprobación, cuando un Presidente ha pasado por quirófano.

En segundo lugar, que el VP y los altos cargos del gobierno acuerden por mayoría declarar incapacitado al Presidente y lo transmitan por escrito, al Presidente de la Cámara de Representantes y al Presidente pro tempore del Senado –el Presidente del Senado, técnicamente, es el VP, aunque también hay una presidencia rotatoria, por si él no puede asistir a las sesiones.

«Durante la Presidencia del general Eisenhower … le pasó factura su compulsiva afición al tabaco, en forma de varios infartos … Nixon contactó con el Fiscal General y jueces del Supremo para saber cómo había que oficializar el trámite, a lo que le respondieron que ni idea, ya que no estaba previsto»

Una vez comunicado el acuerdo, el VP se convierte en acting President. Sin embargo, si el Presidente envía a su vez un comunicado escrito al Presidente de la Cámara de Representantes y al Presidente pro tempore del Senado afirmando que no está incapacitado, recupera sus poderes, a menos que en el término de cuatro días el VP y la mayoría del gobierno reiteren por escrito que el Presidente se encuentra incapacitado.

En este último caso, el VP se mantendrá como acting President, mientras las cámaras debaten. Si en el plazo máximo de veintiún días no hubiesen acordado para mayoría de dos tercios de sus miembros que el Presidente se encuentra incapacitado, este recuperará sus funciones. En caso contrario, el VP permanecerá como Presidente en funciones hasta que el mandatario se recupere.

¿Problemas de este sistema? Suelen hacérsele dos grandes críticas: la primera es que ni el gobierno ni el Congreso necesitan de un dictamen médico para inhabilitar al Presidente. Podríamos pensar que eso es porque la Enmienda XXV también cubre supuestos de “incapacidad moral”, expresión usada, entre otros por el derecho constitucional peruano. Aunque en mi opinión es una posibilidad para casos de extraordinaria urgencia, como que el Presidente cometiera traición pasando información clasificada a enemigos del país, el camino natural para la deposición por indigna conducta, delictiva o no, parece ser el impeachment. No es menos cierto que el Congreso o el gabinete podrían solicitar de una pericial psiquiatra, aunque no parece claro que se pudiera obligar al Presidente a someterse a esta.

«ni el gobierno ni el Congreso necesitan de un dictamen médico para inhabilitar al Presidente»

El otro reproche es que el Presidente incapacitado no queda destituido, sino privado de sus poderes. A diferencia de los supuestos de muerte o dimisión, el VP no se convierte en Presidente. Esto deja algunos cabos sueltos, tal vez no de gran importancia, pero, aunque ya no podría gobernar, parece, por ejemplo, que podría seguir usando la Casa Blanca como residencia salvo posterior dimisión, destitución o muerte del Presidente.

En mi opinión, sin embargo, el problema es que en 1967 quienes redactaron la Enmienda XXV tenían en la cabeza a Wilson o a Eisenhower, no a Trump. La XXV está pensada para un Presidente en coma o absolutamente disociado de la realidad. Es decir, un Presidente que no recurriría su incapacitación y cuya incapacitación no daría lugar a debates ni controversias. La participación de las cámaras sólo es una precaución extra para evitar un golpe palaciego por parte de un VP ambicioso y un gabinete desleal.

¿Y el impeachment express? ¿Se podría echar a Trump de esa forma rápida por esta vía? Estos días mucha gente está repitiendo la posibilidad de un impeachment express en 48 horas. Soy escéptico, pues, aunque podría agilizarse mucho el trámite, no olvidemos que el impeachment es un juicio político. En la votación final del Senado comparecen testigos y un fiscal-acusación, junto a un abogado que defiende al encausado. Ergo, Trump y su equipo jurídico tienen derecho a un tiempo razonable para preparar su defensa. ¿Cuánto es un tiempo razonable? ¿Dos días? ¿Tres? No es una magnitud exacta. Por no hablar de que no está claro que se concitara la mayoría de dos tercios para destituirlo. Eso sí, un impeachment podría impedir su candidatura en 2024.