Que se acaba 2020, amigos. La verdad es que ha sido un año anodino. Ni una sola noticia destacable que echarnos a la boca. Normalito todo. Intercambiable con 2019, con 2018. Ramplón, claro. En fin, qué les voy a contar.
Y ahora, en estas fechas tan entrañables, que diría el otro, se nos lanza la intelectualidad patria a hacer sus listas anuales. Discos, libros, series, mascotas, puertos de montaña, flores silvestres. Todo eso. Mis diez caminatas de 2020, mis diez mejores marcas de orujo peleón, los diez mejores sobaos que me empotré estos doce meses.
Nosotros somos más humildes (no), y sabemos dónde está nuestro sitio en el mundo (tampoco) así que optamos por algo más sencillo. Casi vulgar, si quieren. No son diez, sino cinco, y bonus track. Libros, que no tengo edad para otras cosas. Y, además, se los ofrecemos en formato compra de regalo, que sabemos lo que le gusta a usted (sí, no mire para otro lado) hacerse el listillo delante de su cuñado y de esa muchacha que le gusta. Lea, lea, y encuentre aquí insondables pozos de sabiduría que le garantizarán un puesto egregio de superioridad moral y, quién sabe, quizá hasta algo de extraño atractivo ante ojos ajenos…
Allá vamos.
Si ustedes no conocen a Richard Matheson tienen un problema. Varios. Ojo, también algunas ventajas. Como leer por vez primera sus obras, que es una experiencia acojonante. Prueben, prueben. A Matheson lo identificamos normalmente con relatos de terror y ciencia ficción, pero esto que ha publicado Hermida Editores es algo distinto. Totalmente distinto. Un western, nada menos. Con sus putas, su polvo (va sin segundas), su plomo, sus tipejos que son leyendas y hablan a golpe de pistola. Todo eso. Basado, además, en hechos vagamente reales, que es como son siempre estas cosas. En fin, una rareza del autor con todas sus mejores virtudes. Es dinámico, tiene diálogos afilados como sables y está maravillosamente construido. Con elipsis. Ay, esas elipsis de Matheson. No se lo pierdan
Recomendado para: Amantes de la “Trilogía del Dólar”, gente a la que le gustó “La dimensión desconocida”, personas que lo fliparon mucho en el Desierto de Tabernas.
Hace un cuarto de siglo el Elon Musk de la época (siempre hay un Elon Musk en cada época, lo que pasa es que nos olvidamos de ellos porque, en realidad, son iluminados sin iluminación) hizo un experimento en el Desierto de Arizona, encerrando en un espacio aislado a unos jóvenes científicos para reproducir los efectos de una futura estación en Marte. Ya ven, puro delirio. Esta base tan atractiva la toma T. C. Boyle, que es uno de los escritores más cínicos y deslenguados de la actualidad, convirtiéndola en novela magnífica que juega a ponernos en el espejo para mostrarnos lo que realmente somos: unos seres narcisistas y superficiales incapaces de estar a la altura de otras circunstancias que no sean nuestros propios deseos. Eso sí, lo hace de una forma divertidísima, con estructura original y planteando un puñado de personajes totalmente inolvidables. Uno de los libros del año.
Recomendado para: Ese cuñado suyo que ve Gran Hermano (le puede decir que la idea es familiar, y así lee algo), tipos sarcásticos y desencantados con la vida (es decir, escritores y reporteros), gente con un toque de ecologismo pesado.
Esta es una pequeña joya desconocida. O no tanto. Escrito hace unos añitos, éxito absoluto en euskara, Julen Gabiria traduce ahora su novela al castellano. Y le queda divinamente, oigan. Una narración a caballo entre “Amanece que no es poco” y las páginas deportivas de “L´Equipe”. O de la “Gazetta dello Sport”, vaya. Julen mezcla realidad y ficción para lograr una narración potente a ratos, discreta otros, que emociona y estremece. Por allí pasan Bartali, y el mecánico que lo descubrió, y René Vietto, y el histrión de Mussolini. También Federico Ezquerra y la guerra civil española. Historia sobre decisiones que se toman sin pensar demasiado, pero sabiendo perfectamente las consecuencias. Casi realismo mágico a la italiana y en bicicleta. Ya me dirán ustedes cómo podría no gustarme. Ah, y aparecen cerezas dentro del pan. Una delicia.
Recomendado para: Amantes de la bici, adultos que de vez en cuando dejan que piense su niño interior, personas cultas que adoran Italia (y disculpen la reiteración).
Ustedes igual no lo saben, porque los grandes medios se ocupan de mantenernos en la ignorancia, pero nada es lo que parece. Con nuestros políticos, con las personas que rigen designios. Pero tranquilos, aquí estoy yo para contárselo. Para corregirles, para corregirme. Porque he dicho personas, y no. No. La mayoría de ellos son seres reptiloides (reptilianos, los llaman), que de humanos solo tienen la apariencia y han llegado aquí desde no se sabe muy bien dónde para esclavizar a nuestra civilización. Si piensan que esto que les digo es una chorrada investiguen… tipos bastante importantes en ejecutivos de gran poder (cof, cof, Donald Trump) han estado implicados en chifladuras de tal pelaje. Este planteamiento es el que desarrolla la maravillosa editorial Pulpture ediciones, dedicada a reeditar joyitas pulp y publicar frikadas de nuevo cuño que hacen chuparnos los dedos a quienes tenemos más sentido del humor que sentido del ridículo. Abstenerse aquellos que lean con monóculo y beban té levantando el dedo meñique.
Recomendado para: seguidores de Iker Jiménez (sección sarcasmo), seguidores de “Expediente X” (sección ganchitos), seguidores de H.P. Lovecraft (sección nostalgia).
Terminamos con un debut. Uno de dos, vaya, pero del otro hablaremos un día de estos. Siempre hay que aplaudir lo de que nazcan editoriales nuevas, que es cosa de echarle pelotas en estos tiempos que corren. Así se ha liado la manta a la cabeza Muddy Waters Books, prometiendo no ficción, cinismo y mala leche. Los amo ya desde el dni, vaya. Este Los sureños no llevan paraguas es una demostración de todo eso. ¿En poco espacio? Una visión poliédrica sobre lo que es el sur de los Estados Unidos, con sus chifladuras bíblicas, su bourbon y sus banderas confederadas. No esperen tratado de sociología serio, porque no. Ya los hay por ahí, y bien chulos, se los recomiendo. Aquí van a encontrar… eso. Country, pollo frito, caimanes enfrente de casa y toneladas de mala leche. También cosas serias, claro, como depravaciones sexuales y racismo. Pero, sobre todo, mala leche.
Recomendado para: gente que se pone sombreros vaqueros de forma no-irónica. Cuarentones con lado canallita que siempre beben bourbon. Amantes de Elvis.
Bonus track.
- Símbolos, números, juegos y notas musicales en El Resplandor de Kubrick, de Daniel Pérez Navarro (Dilatando Mentes Editorial)
Y un bonus track. Necesario. Porque si hay una película navideña esa es “El Resplandor”. Historia familiar. Con personajes un poco enfadados, como estamos todos en estas fechas. Abundancia de rojo, también toques de verde moho. Nieve, mucha nieve. Y cancioncillas desagradables que se te meten en la cabeza (o lo que Stanley Kubrick llama “villancicos”). En este magnífico libro Daniel Pérez Navarro se dedica a diseccionar todos los detalles de esta inquietante obra. Absolutamente todos. Hasta extremos que a uno lo abruman, porque se le queda cara de tonto, de cómo no habré visto eso. También lo preocupan un poco, no vamos a engañarnos, por aquello de la salud mental del autor. Pero bueno, somos generosos y pensamos bien de todos. Si disfrutó con el film este “manual de instrucciones” no puede faltar en su librería. Por muy “experto” que se crea seguro que encuentra docenas de apuntes que se le habían pasado por alto. Y luego puede hacerse el culto en la cena de Nochevieja.
Recomendado para: gente que aun sueña con las niñas gemelas vestidas de azul, amantes de los laberintos nevados, tipos de mente atormentada que escriben siempre la misma frase, la misma frase, la misma frase, la misma frase.