¿Cuándo supo que quería ser actriz?

No sé si recuerdo un momento exacto, pero sí sé que es desde muy pequeña. Recuerdo que me encantaba hacer las obras que nos proponían en el colegio, y me acuerdo de jugar siempre a disfrazarme haciendo de distintos personajes. De hecho, tengo fotos con cuatro añitos en las que salgo disfrazada cono todo lo que cogía de casa de mis abuelos.

También hay una cosa que recuerdo que es más particular, y es que yo obligaba a mi hermana a hacer shows de variedades. Yo me montaba el espectáculo, obligaba a mi hermana a disfrazarse  y montábamos el programa con música y todo, y cuando llegaba mi madre de trabajar, que trabajaba un montón y llegaba a las nueve de la noche, la obligábamos a sentarse en el sofá y ver el show que habíamos preparado (se ríe).

«Esta profesión es un 25% de talento, 25% de trabajo, 25% de suerte y 25% de marketing»

¿En esta profesión depende todo del talento o también de estar en el lugar adecuando en el momento adecuado?

Yo creo que hay un gran componente de suerte. La mayoría de gente que le va bien no admite esto, pero yo tengo la sensación de que sí, porque conozco gente muy válida, muy buena y que se lo curra mogollón y no está  trabajando como debiese, con lo cual, ya no lo ves solo en ti, lo ves también en los demás. Yo creo que el talento no lo es todo y el trabajo no lo es todo. Creo que hay un fifty-fifty y luego un componente de suerte, seguro.

También hay otra parte que no nos gusta hacer, aunque a mí no me disgusta, que es la parte de marketing de uno mismo y que es necesaria. Así que pongamos que esta profesión es un 25% de talento, 25% de trabajo, 25% de suerte y 25% de marketing.

© Víctor Ramírez

Ahora mismo te encuentras de gira con Orlando, y encarnas al personaje principal de la adaptación del texto que un día escribió Virginia Woolf. ¿Qué destacaría de su personaje?

Es un proyecto súper tentador que me ofrecieron en un momento en el que estaba sin hacer nada. Yo había estado anteriormente en el Teatro Español y ahí me conoció la compañía de Teatro Defondo, que llevan como 15 años haciendo montajes de calidad. Cuando me lo ofrecieron no lo dudé ni un segundo. El trabajo que hemos hecho es monumental porque llevamos ensayando desde marzo del año pasado y ha sido un trabajo casi de investigación porque la directora no vino con una adaptación de la novela hecha para que nos lo aprendiéramos como suele ser habitual. En este caso, el trabajo ha sido conjunto, con lo cual ha sido muy enriquecedor y la obra está cargadísima de matices y detalles.

El trabajo fue súper interesante porque íbamos analizando cada capítulo e íbamos poniendo en común lo que cada uno pensaba y hacíamos improvisaciones y, sobre eso, ella cogía ideas. También hacíamos unos ejercicios que ella nos proponía, después se le ocurrían una serie de improvisaciones un poco más siguiendo la dinámica de por donde iba cada pasaje, y  ella lo grababa y sacaba ideas interesantes y nos lo aprendíamos para después representarlo y lo que a ella no le funcionaba pues lo cortaba. Imagínate eso sobre cada uno de los pasajes. La obra es una pasada. Yo tengo el personaje protagonista, pero entre mis compañeros se curran como 40 personajes. Es una obra muy coral en la que hay comedia, drama,de todo. Yo me quedo con la reacción del público. La gente sale encantada. El trabajo ha sido duro, pero ahora estamos recogiendo los frutos.

© Víctor Ramírez

¿Qué supone para usted un personaje con tantas aristas como Orlando?

Yo estoy muy agradecida y muy contenta de poder hacer esto. No sé donde irá a parar. La idea es poder representarla en un teatro importante de Madrid porque es una obra de calidad. Si la coge un teatro de Madrid ahí cambia la cosa, porque ahí van a verte gente que está más involucrada en el mundo del teatro, con lo cual podría salirte más trabajo, por un lado, y por otro, puede haber más repercusión y recompensa. A mí me llena mucho mi trabajo. Solo con poder trabajar, subirte a un escenario, poner en práctica cosas nuevas que vas aprendiendo; es un lujo y un premio.

«El hecho inconsciente de saber que en cualquier momento nos podemos morir hace que vivamos las cosas con más intensidad y más ganas»

En la obra de Virginia Woolf se habla, entre otras muchas cosas de los pocos derechos con los que ha contado la mujer a lo largo de historia. Hemos mejorado, pero ¿estamos bien?

No, en absoluto. Todavía queda mucho por luchar. Estamos mejor que en los años veinte y que hace dos siglos, pero queda mucho por hacer. Yo creo que además hay algo como instaurado todavía en la memoria y en la forma de pensar que son automáticos, incluso muchas mujeres son machistas, y yo misma me puedo incluir en alguna ocasión, y creo que va a costar mucho que el feminismo no sea una pose, sino que de verdad haya una igualdad y no se mire el sexo. Eso sí, está bien que nos vayamos dando cuenta, es un primer paso, y ver una función como esta te muestra una visión con más perspectiva. Cuando Orlando se transforma en mujer se da cuenta de que hay muchas profesiones que ella no va a poder realizar, y eso a día de hoy no pasa. Hay profesiones que cuestan más siendo mujer pero no es imposible, en aquella época sí.

Orlando vive más de 300 años. ¿A usted le gustaría ser eterna o cree que, precisamente, la magia de la vida consiste en su brevedad?

Yo creo que sí. El hecho inconsciente de saber que en cualquier momento nos podemos morir hace que vivamos las cosas con más intensidad y más ganas. Imagínate si nunca te murieses, pensarías: pues bueno, me da igual todo. También depende del tipo de vida que lleves y que vida tengas. Si pudiésemos vivir un montón de años teniendo treinta años sería muy divertido, pero cuando empiezas a sentirte mal, ya no es tan agradable. También sería bueno poder elegir (se ríe).

©Alex Roló

¿Qué le falta al teatro español?

Que vaya más público a ver teatro. Se está quedando como una cosa de gente mayor y gente que le gusta particularmente el teatro. En Madrid hay mucha cultura de teatro, pero luego cuando sales de gira el público es muy mayor, en general. Los que mantienen el teatro hoy en día son la tercera edad y eso es un problema porque esa generación también pasará. No sé cuál sería la solución. Quizás nuevas formas de mostrarlo o nuevas formas de venderlo, no lo sé.

¿Qué ha supuesto para usted llegar a una serie de largo recorrido como es El secreto de puente viejo?

Pues es una suerte, principalmente porque el hecho de que te hagan un contrato por once meses es una utopía. Lo máximo que yo había trabajado seguido creo que eran tres meses. Lo de tener trabajo fijo, aunque sea un año, es como una relajación súper extraña (se ríe). Yo había momentos que decía: ¡qué raro se me hace no tener que buscar trabajo! (risas). Una vez que te integras es muy relajado y piensas que estás en una serie que sabes que no se va a caer, que piensas que podrías continuar una vez pasados los once meses de contrato y que además tiene un público muy fiel, así que no tienes que estar preocupada de la audiencia que tiene porque la gente que la ve, la ve mucho, con lo cual la gente te para por la calle y son todo palabras de agradecimiento y de cariño. Lo que pasa que el ritmo de hacer una serie diaria es vertiginoso y grabar como se graba es muy loco. No te da tiempo a preparar las cosas como te gustaría ni a ensayar. Va todo muy rápido, por lo tanto es muy importante no solo el trabajo que hagas en casa, sino la destreza a la hora de solventar, salvar sobre la marcha, saber leer al otro y colocarte para que no tapes a tu compañero. Tienes que estar en mil cosas.

Es cierto que al principio todo el mundo cae enfermo, a todo el mundo le pasa de todo porque es mucha la auto presión de querer hacerlo bien, pero una vez que le pillas el punto y el ritmo pues ya es ir allí a disfrutar, a improvisar

«Cuantos menos recursos tienes más se dispara la creatividad »

¿Qué diría que tiene en común con Irene, su personaje en El secreto de puente viejo?

Que su profesión está por delante del resto de cosas, pero se debate bastante con el amor, tanto yo como ella pensamos igual: el trabajo sí, pero si me tira el amor, voy viendo (se ríe). Las dos somos muy vitalistas y emprendedoras, inteligentes, sabuesos, a las dos nos gusta saber las cosas. No nos gustan los engaños, los dobles juegos…

¿Es complicado vivir de esta profesión? Muchos actores se quejan de que es imposible llegar a fin de mes aún teniendo trabajo. ¿Compensa esta profesión?

Te tiene que gustar mucho la profesión. Tiene que ser casi como una droga porque sino no lo aguantas. Para mí lo es todo. Es mi pasión, mi entretenimiento, mi hobby, todo. Todo lo malo que tiene la profesión para mí lo compensan los momentos buenos. Esta profesión para mí es un placer. Yo la necesito.

¿Nunca ha pensado: hasta aquí hemos llegado?

No. Nunca. Hay gente que me ha dicho: búscate un plan b,pero no. Yo he trabajado en otras cosas, por ejemplo de modelo de manos (se ríe). Siempre he cogido trabajos, cuando no he trabajado de actriz, que me permitieran compatibilizar con mi pasión. Si no iba a poder ir a un casting o una reunión, no lo cogía. Por suerte, yo llevo ya cinco años viviendo solo de mi trabajo como actriz. Luego también depende de cómo quiera vivir cada uno. A mí me gusta ir a comer a restaurantes e intentar viajar, así que me toca currar más (se ríe). Pero mal, mal no lo he pasado nunca. A lo mejor alguna vez le he tenido que decir a la casera que se espere al mes que viene, y eso no te gusta, pero bueno, te las vas ingeniando, y cuantos menos recursos tienes la creatividad se dispara y haces cosas que no habrías hecho teniendo una buena situación económica.

A QUEMARROPA

UN DEFECTO: soy demasiado perfeccionista y cabezona.

UNA VIRTUD: optimista y vitalista.

UN LIBRO: El poder del ahora de Eckhart Tolle.

UNA PELÍCULA: La muerte os sienta tan bien y Grease.

GRUPO MUSICAL: Vetusta Morla.

UN SUEÑO POR CUMPLIR: un ático con terraza en el centro de Madrid.

A QUÉ LE TIENE MIEDO: a querer tener hijos cuando ya no pueda tenerlos.