Beatriz Becerra Basterrechea (Madrid, 1966) es psicóloga, escritora y ha sido Vicepresidenta de la Subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo en el período 2014-2019. Beatriz es un torrente de ideas, una mujer librepensadora que ejerce la libertad hasta las últimas consecuencias. Cercana, amable e inteligente. Beatriz es referente en el campo de los Derechos y Libertades, fruto del esfuerzo y del trabajo diligente. Charlar con ella es siempre interesante; su capacidad analítica y su claridad de ideas escasean últimamente. Además, es una persona extraordinariamente generosa. Pasen y disfruten de este encuentro con Beatriz Becerra.

 

¿Cuál es la salud actual de los Derechos Humanos en España? ¿Y en Europa?

La emergencia sanitaria global que vivimos conlleva la adopción de una serie de medidas de aislamiento que ponen de forma inevitable en suspenso o cuarentena una serie de derechos, como la libertad de reunión, circulación y asociación, o a desempeñar un trabajo y acceder a la educación y a participar en la vida cultural y social. Pero lo más importante es que los ciudadanos mantengamos la cabeza fría y el criterio afilado para entender la temporalidad de estas medidas y no permitir que sea prolonguen o amplíen más de lo estrictamente necesario. Es esencial que no toleremos ninguna práctica discriminatoria, ni menoscabo de nuestra seguridad física y jurídica y de la protección que nos da la ley, ni tampoco injerencias arbitrarias en nuestra vida privada. Y en ningún caso debemos aceptar restricciones de la libertad de pensamiento, conciencia, expresión y opinión, ni del derecho a la propiedad o la seguridad social y económica.

 

En su etapa de Vicepresidenta de la Subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo habrá tenido la oportunidad de ver de cerca el trabajo de muchas entidades y países en materia de derechos y libertades, ¿de qué adolece la lucha por la defensa de los Derechos Fundamentales? ¿Cuáles son sus fortalezas?

Hay muchísimas causas justas que defender en el mundo, y desgraciadamente se producen violaciones de Derechos Humanos en numerosos lugares y circunstancias cada día. Creo también que es esencial la participación de la sociedad civil, y que sus organizaciones son esenciales para el trabajo común con instituciones y empresas, que para mí es la trinidad inseparable. Pero me temo que hay una proliferación y una atomización excesivas de estas organizaciones, que afecta especialmente al cumplimiento de objetivos. Por ende, considero que existe una notable incapacidad en muchos casos de garantizar su fiabilidad y sobre todo su eficiencia. La defectuosa rendición de cuentas tiene mucho que ver con los modos de financiación, pero también con mantener unos altos criterios de exigencia en términos de resultados.

“Hay muchísimas causas justas que defender en el mundo, y desgraciadamente se producen violaciones de Derechos Humanos en numerosos lugares y circunstancias cada día”

 Es conocido su posicionamiento a favor del Presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, ¿cómo se encuentra actualmente Venezuela en materia de Derechos Humanos? ¿Es posible una salida democrática a la aparente situación de bloqueo perpetuo?

La situación no ha dejado de agravarse en los últimos seis años. La Venezuela sometida a la tiranía de Maduro, un régimen caracterizado por la narcocorrupción y la incompetencia, tiene el triste honor de acumular todas las posibles vulneraciones de derechos humanos y derechos fundamentales. Del principio al fin de la Declaración Universal. De hecho, la causa abierta contra Maduro y su cadena de mando ante la Corte Penal Internacional incluye al menos siete crímenes de lesa humanidad, el peor de los cuales es la utilización del hambre como arma de sometimiento de la población. Por no hablar de que todas las organizaciones de Derechos Humanos en el mundo, incluida la Alta Comisionada de Naciones Unidas Bachelet, reconocen el ejercicio sistemático de violencia desde el aparato de poder contra la población civil, las detenciones arbitrarias y torturas, la ausencia de alimentos y medicinas, la destrucción integral de la economía y de los servicios públicos esenciales… No hay crisis humanitaria comparable a la que Venezuela lleva viviendo años, sin hospitales ni electricidad ni agua potable, ni éxodo similar sin que haya mediado una guerra o una catástrofe natural. Cinco millones de venezolanos ya han abandonado el que fuera uno de los países más ricos del mundo, huyendo de la represión y el hambre. La salida democrática ya se comenzó hace 15 meses, pero sólo tiene una traba: que Nicolás Maduro abandone el poder que usurpa desde que cesó su mandato en enero de 2019. Atrincherado como está, sólo queda la opción de que sea desalojado para poder sanear las instituciones básicas y hacer unas elecciones presidenciales libres, creíbles, transparentes y justas. Yo confío con todas mis fuerzas en que el camino a esas elecciones se realice de acuerdo a la reciente propuesta de EEUU de un Consejo de Gobierno de Transición en el que no estaría ni Maduro (porque está en busca y captura por cargos de narcotráfico por el Departamento de Justicia estadounidense) ni Guaidó (porque deberá presentarse a las elecciones). Ya tiene el apoyo de la UE, Canadá y muchos otros países.

“La Venezuela sometida a la tiranía de Maduro, un régimen caracterizado por la narcocorrupción y la incompetencia, tiene el triste honor de acumular todas las posibles vulneraciones de derechos humanos y derechos fundamentales”

Hablemos de feminismo y libertades de la mujer. ¿Goza el movimiento feminista de buena salud?

Es difícil saber qué es el movimiento feminista hoy en día. Existe un feminismo que se quiere hegemónico y oficial, que funciona demasiadas veces como un culto religioso que reparte bulas y excomuniones. Como resultado, una parte importante de la sociedad ha decidido oponer otro feminismo con diferentes adjetivos, o incluso una visión posfeminista, según la cual ya hemos llegado al mejor de los mundos posibles y en todo caso el peligro está en pasarse de frenada y cambiar una opresión por otra.

Yo rechazo esa ilusión posfeminista por objetivamente falsa, tanto como la perversa apropiación identitaria y esa pulsión de adjetivar para fragmentar lo que por definición es unívoco. El feminismo no es ni más ni menos que una lucha universal por la libertad y la igualdad. Ni más ni menos que Derechos Humanos. Creo que el asunto se enconó precisamente cuando por el camino se perdió la cuestión de la libertad de las mujeres y pasó a ser exclusivamente la igualdad.

Desde esta perspectiva universal, creo que se están produciendo enormes avances en muchos aspectos y lugares. Pero creo también que donde más bella, dura y admirable es esa lucha es en países como Irán o Arabia Saudí, donde mujeres sin apenas derechos, verdaderamente sometidas por un patriarcado religioso muy real, arriesgan su integridad por quitarse el velo obligatorio. Ésa es debe ser la medida del movimiento feminista, si es que existe como tal.

“El feminismo no es ni más ni menos que una lucha universal por la libertad y la igualdad. Ni más ni menos que Derechos Humanos”

Las cifras de violencia contra la mujer son elevadas tanto en Europa como fuera de Europa, ¿está siendo suficiente la respuesta de los organismos nacionales e internacionales en este campo?

Como en tantos frentes en los que tenemos que avanzar, creo que nos falta unidad de acción, concentración de recursos y, muy importante, definiciones comunes para lograr marcos legales comparables y efectivos. La eliminación de la violencia contra las mujeres y las niñas no es sólo un desafío o una tarea común y universal: es una obligación. Para lograrla, debemos dotarnos de los instrumentos legales e institucionales precisos. Instrumentos cuyo objetivo prioritario, a mi modo de ver, debería ser erradicar los delitos que convierten a las víctimas en víctimas. Los instrumentos legales son imprescindibles, pues establecen la tipificación de los delitos, el marco normativo para actuar frente a ellos y, por supuesto, el régimen penalizador para los mismos. Hace más de un cuarto de siglo que la Asamblea General de la ONU estableció una definición común de la violencia contra la mujer: “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”. Sería de esperar que cada uno de los gobiernos de todos los países que firmaron en 1993 dicha Declaración desarrollaran su respectiva Ley Integral para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en la que los delitos perseguibles y punibles contemplados fueran los que Naciones Unidos considera violencia contra la mujer: violencia por un compañero sentimental (violencia física, maltrato psicológico, violación conyugal, feminicidio); violencia sexual y acoso (violación, actos sexuales forzados, insinuaciones sexuales no deseadas, abuso sexual infantil, matrimonio forzado, acecho, acoso callejero, acoso cibernético); trata de seres humanos (esclavitud, explotación sexual); mutilación genital y matrimonio infantil. Básicamente los que contempla el Convenio de Estambul, ratificado por la UE y el 80% de sus Estados miembros.

Personalmente, he tenido la oportunidad de trabajar en casos de presos de conciencia y fabricación de culpables y sé la extrema situación que padecen estas personas, ¿qué podrían hacer los organismos competentes para mejorar la situación de los cientos de miles de presos de conciencia en todo el mundo? ¿Está siendo suficiente con el trabajo de las diplomacias de los diferentes países y ONGs?

La cuestión es que la libertad de conciencia es aún una fantasía en muchos lugares. Y también que los presos de conciencia o presos políticos como tal en realidad no existen donde sabemos que existen, porque su propia naturaleza es negada: ningún país que encarcela arbitrariamente reconocerá tal hecho, pues siempre se les imputarán cargos criminales perfectamente recogidos en los ordenamientos legales respectivos.  Me temo que, más allá de ampliar la ratificación y observancia de los convenios internacionales y la presión de instituciones y organismos multilaterales sobre los países que aún mantienen estructuras totalitarias de gobierno, el principal problema para avanzar en esto es precisamente el aumento de gobiernos autocráticos en el mundo que siguen a su manera el modelo ruso, y pretenden acogerse a esa etiqueta-oxímoron que para mí es “democracias iliberales”.

 “La libertad de conciencia es aún una fantasía en muchos lugares”

Otra cuestión que me preocupa es la diversidad sexual. ¿Es Europa un lugar seguro para el colectivo LGTBI? ¿Los países podrían hacer más de lo que hacen para asegurar los derechos del colectivo LGTBI?

Europa es sin ninguna duda el mejor lugar del mundo en términos de respeto y reconocimiento de los derechos y libertades individuales. La Carta de Derechos Fundamentales de la UE es un poderoso marco adicional a todos los de alcance internacional que tiene incorporados a su ordenamiento legal, y por tanto también sus Estados miembros. Siempre hay margen para la mejora en lo que se refiere a su aplicación, pero para mí el más poderoso cinturón de seguridad europeo es el rechazo frontal e irrenunciable a cualquier forma de discriminación. Por supuesto, también para el colectivo LGBTI, sobre el que la UE tiene una posición inequívoca de respeto y apoyo público. No podemos hablar de derechos propios de uno u otro colectivo, sino que se trata de garantizar incuestionablemente que todos los ciudadanos europeos disfrutan de los mismos derechos, sin margen para discriminación alguna.

 

Mención especial es la de las personas trans, atacadas desde sectores radicales de ultraderecha y desde cierto sector del feminismo, ¿qué opina de esta situación? ¿Por qué piensa que está sucediendo?

No hay ninguna explicación racional a esos ataques, ni debe haber ningún resquicio de tolerancia a los mismos. Como no la hay ni debe haberla para cualquier manifestación o posición que implique un sesgo discriminatorio. Creo que hay un componente importante de déficit de cultura y exceso de atención. Sinceramente excede mi comprensión.

 

Cuénteme qué le ocupa y qué le preocupa en estos momentos

Que seamos capaces de superar esta pandemia, con atención prioritaria a la salud mental de nuestra sociedad, que es tan global como la emergencia. Y que nuestro sistema inmunitario salga fortalecido frente a los totalitarios, las mentiras y la incompetencia.

 

Dígame un deseo que le gustaría ver cumplido

Que Venezuela recupere la democracia, la libertad y la prosperidad que le ha sido robada, y que los culpables respondan ante la justicia internacional.

 

Un mal a erradicar

La discriminación. Cualquiera que sea, donde sea.

 

Un derecho irrenunciable

Libertad e igualdad. Inseparablemente.